COMITÉ ESTADOS UNIDOS

Observatorio Estados Unidos / Boletín N° 112 / Agosto 2021

Dirección: Roberto Russell

Edición: Analía Amarelle / Equipo redactor: Federico Bursky, Sofía Iotti y Carla Gebetsberger

 

INDICE

 

POLÍTICA INTERNA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Tensiones de la política interna: Afganistán, la variante delta, una nueva Cumbre de las Democracias y la mayor polarización social reflejadas en las encuestas de opinión pública

 

ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO

La retirada de Afganistán y su impacto en la política exterior estadounidense

 

ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA

Estados Unidos y sus relaciones con la Argentina y Brasil: entre la visita de Sullivan y la toma del Palacio de Kabul

 

 

POLÍTICA INTERNA DE LOS ESTADOS UNIDOS

 

 

Tensiones de la política interna: Afganistán, la variante delta, una nueva Cumbre de las Democracias y la mayor polarización social reflejadas en las encuestas de opinión pública

En este gráfico aparecen el índice de aprobación de Joe Biden en color verde y el índice de desaprobación en color naranja desde el comienzo de su presidencia hasta el 9 de septiembre. | Fuente: FiveThirtyEight

Durante el mes de agosto surgieron nuevos desafíos para la presidencia de Biden tanto en su agenda doméstica como internacional. Incluso, muchos califican este mes como el más devastador para la Casa Blanca hasta el momento. La nueva expansión de la variante delta de coronavirus en el país y la caótica retirada de tropas estadounidenses de Afganistán son dos de los temas salientes que están influenciando las miradas y encuestas internas de cara a las elecciones de medio término en 2022.

Geoffrey Skelly ("Biden's Declining Approval Rating Is Not Just About Afghanistan", FiveThirtyEight, August 27, 2021) demuestra que la caída en las encuestas de Biden en su índice de aprobación en agosto se debe a dos factores principales: (1) el resurgimiento de la variante delta de coronavirus junto a los miedos de una nueva ralentización de la economía y (2) la retirada de Afganistán. El aumento de casos y muertes por coronavirus debido a la contagiosa variante delta y los lentos progresos en materia de vacunación de la población estadounidense, ya están afectando las percepciones acerca de la asertividad de Biden para manejar la pandemia. Sumando los acontecimientos en Afganistán, incluido el atentado terrorista de ISIS-K que causó la muerte de 13 soldados estadounidenses y otros muchos afganos, se puede atribuir una pérdida neta de casi 10 puntos en su índice de aprobación. Mientras el 26 de julio el Presidente contaba con un índice de aprobación del 52.7 por ciento y uno de desaprobación del 42.7 por ciento, el 26 de agosto -día del atentado- su índice de aprobación era de un 47.1 por ciento y el de desaprobación había trepado a un 47.0 por ciento, dejando su aprobación neta en +0.1 puntos.

Estos grandes cambios porcentuales en la opinión pública de los presidentes son inusuales, sobre todo cuando hay tanta polarización política en Estados Unidos. Aun así, Skelly sostiene que existen razones para creer que con el tiempo los niveles de aprobación se recuperarán. La explicación es que las encuestas conducidas en medio del calor de los acontecimientos muchas veces muestran cambios en la opinión social que luego se disipan. Queda por verse si Biden logra mantener el legado de seguridad, moderación y competencia que procuraba proyectar y que ahora está puesto en duda. Rafael Mathus Ruiz ("Atentado en Afganistán. Un día sangriento que deja a Biden ante la peor realidad imaginable", La Nación, Agosto 26, 2021) sugiere que al inicio de sus días en la Casa Blanca, Biden era comparado con Franklin Delano Roosevelt por su impresionante agenda doméstica, pero que hoy en día corre el riesgo de ser asociado con una presidencia débil como fue la de Jimmy Carter quien perdió la reelección ante Ronald Reagan.

La desordenada retirada final de las tropas estadounidenses en Afganistán ha desatado también muchas críticas acerca de la presidencia de Biden a nivel doméstico. No obstante, Michael McKinley ("We All Lost Afghanistan", Foreign Affairs, August 16, 2021) recuerda al público estadounidense que los sucesos en este país de Medio Oriente son el resultado de una acumulación de políticas fallidas durante 20 años de las anteriores Administraciones de Bush hijo, Obama y Trump junto a la de Biden. McKinley espera que los Estados Unidos no entren en un dañino debate que atribuya culpas indiscriminadamente para lograr ganancias políticas, ya que la responsabilidad es compartida y lo sucedido en Afganistán es, en todo caso, una pérdida para todos.

Por otra parte, la sociedad estadounidense continúa polarizada, una situación que puede considerarse una de las principales causas de la actual pérdida de liderazgo de Estados Unidos en el escenario mundial. Al respecto, en una serie de artículos publicados por The Economist sobre el futuro del poder estadounidense, Francis Fukuyama y Anne-Marie Slaughter comentan sus visiones. El primero, aunque cree que el país va a continuar siendo un gran poder por muchos años más, opina que las fuentes de la debilidad estadounidense internacional y de su descenso relativo son en mayor medida domésticas antes que globales. En consecuencia, la capacidad para resolver los problemas internos determinará cuánta influencia internacional estará en condiciones de ejercer Estados Unidos en el futuro. Fukuyama entiende que el efecto de Afganistán en términos geopolíticos será momentáneo, ya que lo compara con anteriores derrotas y retiradas como la acontecida en Vietnam en 1975, de la cual Estados Unidos se recuperó. Un punto interesante destacado por el  autor es que, en tiempos normales, una gran amenaza externa como una pandemia global es una ocasión para la unidad de los ciudadanos de un país. Pero. en este caso, la crisis sanitaria sirvió para profundizar en vez de sanar las divisiones internas (Ver "Francis Fukuyama on the end of American hegemony", The Economist, August 18, 2021).

Anne-Marie Slaughter ("Anne-Marie Slaughter on why America's diversity is its strength", The Economist, August 24, 2021) retoma el concepto de identidad cultural en Estados Unidos y destaca los beneficios de la pluralidad para mantener el poder del país a escala internacional. La llave para el éxito en el siglo XXI es ser "muchos y uno" al mismo tiempo, la frase en latín plures et unum. También sostiene que el país debe pasar de ser el policía del mundo a un agente que puja por la resolución de problemas globales. La retirada de Afganistán es un claro ejemplo de que la estrategia de nation-building a través de la fuerza ya no es aplicable, y que se necesita una nueva definición de lo que implica el poder de Estados Unidos en el mundo. Según Slaughter, el país tiene que aprovechar sus conexiones internacionales para desbloquear su fuerza, su capacidad de innovación y su talento, y así responder a las amenazas existenciales que enfrenta a nivel global.

Sin embargo, las transformaciones en el seno de los dos partidos políticos más importantes del sistema político estadounidense son también otros aspectos importantes a considerar cuando se analiza la capacidad de Estados Unidos de proyectar poder al exterior. Por un lado, Peter Wehner ("Trumpism Has Entered Its Final Form", The Atlantic, August 26, 2021) argumenta que a estas alturas Donald Trump ya no es una novedad sino parte del establishment convencional del partido republicano. En consecuencia, la base de votantes del G.O.P. parece estar identificándose cada vez menos con la figura personal de Trump y, en cambio, con los impulsos antidemocráticos y conspirativos que el ex Presidente trajo al partido. Para Wehner, los republicanos que asumieron que con la reelección pérdida de Trump el partido volvería a sus bases y principios, subestimaron los efectos de esta última presidencia. Las afirmaciones y creencias que parecían escandalosas en 2017 son aceptadas sin sobresaltos en la actualidad, lo cual demuestra una creciente radicalización del partido republicano.

El partido demócrata, por el otro lado, tampoco demuestra unidad. Maggie Astor ("Why House Democrats Face 'Mutually Assured Destruction'", The New York Times, August 26, 2021) introduce la teoría de Mutually Assured Destruction, también conocida como MAD, para caracterizar las tensiones entre los demócratas centristas o moderados y los representantes del partido del ala más progresista en la Cámara de Representantes. La idea es que ambas facciones del partido necesitan de la otra para aprobar la legislación de la agenda de Biden, pero que al pedir mayores concesiones y mostrarse intransigentes en determinados temas para dar su voto, puede suceder que ningún proyecto de ley relevante llegue al escritorio del Presidente. Esta dinámica se puede identificar en la estrategia de llevar adelante dos proyectos de ley al mismo tiempo en el Congreso:  (1) la ley de infraestructura bipartidaria de $1 billón de dólares y (2) el paquete partidario de $3.5 billones en presupuesto. La segunda iniciativa es más expansiva en gastos estatales en materia de cambio climático, obras y empleo. Los demócratas progresistas están dispuestos a apoyar el primer proyecto solo si se les asegura el apoyo para su segunda propuesta, mientras que los demócratas centristas juegan en sentido inversa. El problema de atar el éxito de los dos proyectos de ley a su aprobación de forma conjunta, es que ambos fracasen y, en tal caso, los demócratas no tendrían resultados para mostrar en el corto plazo en la arena doméstica.

Por último, el 11 de agosto se anunció mediante un comunicado oficial  que la Cumbre de las Democracias organizada por la Administración Biden tendrá lugar virtualmente los días 9 y 10 de diciembre de 2021. Aunque los tres ejes de la Cumbre están definidos -(1) la defensa contra el autoritarismo, (2) la lucha contra la corrupción y (3) avances en el respeto de los derechos humanos- muy poco se sabe aún sobre quienes serán los invitados y sobre los criterios mínimos de democracia que constituirán la base para convocar a aliados y rivales a participar del evento.

Agosto fue un período de incertidumbre, caída de la imagen de Biden y de nuevos desafíos difíciles de controlar para la Casa Blanca. El partido republicano, que enfrenta sus propias tensiones, tiene terreno por ganar dada la tumultuosa retirada en Afganistán y las recurrentes preocupaciones por la pandemia y la economía. Es importante tener en mente las elecciones de 2022, considerando que la ventana de oportunidad de los Demócratas, que controlan ambas Cámaras, podría llegar a su fin con rapidez sí se siguen cometiendo errores notorios por parte de la Administración Biden.

 

Artículos sugeridos:

The Washington Post - The Trailer: Bring the troops home? Why the Afghanistan crisis isn’t reviving the GOP’s hawks. - By David Weigel

The New York Times - Moderates Threaten Stalemate Over Budget Vote and Infrastructure - By Jonathan Weisman

The Economist - Robert D. Kaplan on why America can recover from failures like Afghanistan and Iraq - By Robert D. Kaplan

 

 

ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO

 

 

La retirada de Afganistán y su impacto en la política exterior estadounidense

Fuente: Jonathan Ernst - Reuters

En abril de este año, Joe Biden anunció un plan para retirar la totalidad de las tropas estadounidenses de Afganistán antes del 11 de septiembre (ver edición 108 de este Boletín). Durante agosto la retirada se aceleró y facilitó el avance de los talibanes, quienes tomaron el Palacio de Kabul el 16 de agosto y pasaron a controlar el poder. A ello, se sumó el atentado en el aeropuerto de Kabul del 26 de agosto perpetrado por Estado Islámico en el que murieron, entre otros, 13 soldados estadounidenses: La respuesta inmediata del presidente Biden ante este atentado fue que "los haría pagar", plan que rápidamente ejecutó al asesinar mediante un ataque con drones a dos figuras de Estado Islámico el 28 de agosto. Asimismo, confirmó que no habría modificaciones en el plan de retirada, el cual se completó el 30 de agosto.

La magnitud de lo acontecido augura modificaciones en varios de los frentes y vínculos externos de Estados Unidos. En el caso del Medio Oriente, Carter Malkasian ("How Will the Taliban Rule", Foreign Affairs, August 24) destaca la cohesión de los talibanes al momento de actuar y su forma de ejercer la fuerza como aspectos que les permitirán mantenerse en el poder. No obstante, también considera que perderán la asistencia financiera de Occidente que recibía Afganistán, al no haberse alcanzado un acuerdo con el ahora ex-gobierno. Dicho vacío, según este autor, será cubierto en buena parte por China, motivo por el cual estima que aumentará la dependencia talibán de la potencia asiática.

Por su parte, Richard Haass ("America's Withdrawal of Choice", Project Syndicate, August 15) esboza otra línea de acercamiento entre los talibanes y la República Popular China. Haass arguye que los talibanes, una vez consolidados en Afganistán, intentarán avanzar sobre Pakistán. Desde allí, podrían ejercer presión sobre India, alineándose aún más con China, que mantiene una rivalidad histórica con dicho país y lo contempla como uno de sus principales rivales en la región.

El impacto del retiro de Estados Unidos de Afganistán alcanza a otras regiones como el Indo-Pacífico. Su cercanía con China siempre tuvo en alerta a los aliados estadounidenses de la región, quienes ahora se ven sumidos en una mayor incertidumbre en lo que refiere al respaldo de la Casa Blanca.

Al respecto, Michael J. Green y Gabriel Scheinmann ("How Biden Can Save His China Strategy After Afghanistan", Foreign Policy, August 25) observan la incertidumbre de los países aliados y argumentan que en el corto plazo dichas preocupaciones se profundizarán producto de la relocalización de recursos que demanda la evacuación de Afganistán, como el traslado del portaaviones USS Ronald Reagan desde Japón al Mar Arábigo sin ser reemplazado en el Pacífico Occidental. En un sentido opuesto, Hiryouki Akita ("China's Neighbors Hope Afghanistan Pull out Means Pivot to Indo-Pacific", Foreign Policy, August 19) sostiene que la retirada estadounidense es bien recibida por los mandatarios del Indo-Pacífico por dos motivos: la retirada de las foreverwars en Medio Oriente libera tropas, equipamiento y dinero que en el mediano plazo se destinarán a otras políticas y regiones; además es una muestra de que Biden continúa las políticas de Trump con respecto a Afganistán y la priorización del Indo-Pacífico en medio de la competencia con China, lo que augura un lugar preponderante de esta región en la reasignación de recursos y prioridades. Asimismo, Green y Scheinmann marcan dos frentes que Biden no podrá esquivar: reconocer los errores en Afganistán y reforzar las alianzas con la firma de acuerdos, como podría ser el regreso de Estados Unidos al TPP.

Dentro de la región, Taiwán es un caso particular. Vincent Chao ("What the Fall of Afghanistan Means for Taiwan", The Diplomat, August 17) subraya dos razones que debieran matizar las preocupaciones taiwanesas tras la retirada estadounidense de Afganistán. Por un lado, el pequeño país asiático cuenta con un importante poderío económico-militar que, a diferencia de sus países vecinos, le permite depender en menor medida de la protección estadounidense. La segunda razón deriva del consenso interno en Estados Unidos sobre la relevancia internacional de Taiwán, lo que reduce las posibilidades de ser "abandonado" por la Casa Blanca. Aun así, Chao destaca que Taiwán también debe hacer su parte para no quedar relegado en la agenda externa estadounidense: necesita convencer a nivel doméstico y externo sobre su valor no sólo como nodo económico global, sino también como prueba de que la democracia puede funcionar en el mundo chino. En ese sentido, una muestra de apoyo y reconocimiento de Biden podría ser invitar a las autoridades de Taiwán a la Cumbre de las Democracias de este año.

La relación con los aliados occidentales es el tercer frente donde lo acontecido en Afganistán tiene importancia. Desde el inicio de su mandato, Biden ha pregonado el lema "America is back", en contraposición al destrato de su antecesor a los tradicionales aliados de Estados Unidos (ver edición 110 de este Boletín). No obstante, Biden ha diseñado y ejecutado tanto el esquema como los plazos de la retirada de Afganistán sin consultar a los aliados con presencia en el terreno y, de este modo, ha abierto nuevos interrogantes sobre el alcance de su compromiso para consensuar políticas y consolidar el frente occidental frente a China.

Stephen Walt ("The Real Reason U.S. Allies Are Upset About Afghanistan", Foreign Policy, August 27) analiza las razones detrás de la molestia que han mostrado los líderes europeos frente a la decisión estadounidense. Por un lado, considera que la retirada unilateral expresa el declive relativo de la importancia de Europa en el mapa geopolítico estadounidense; lo acontecido –agrega- también generará un flujo de refugiados que tensionará las bases liberales del proyecto europeo, como fue el caso de la crisis de refugiados en el Mar Mediterráneo de 2014. Por otra parte, Walt señala que el retiro unilateral reflota el debate sobre la autonomía estratégica europea y sus implicancias para la relación transatlántica, por lo que la medida abre interrogantes que hasta hace poco tiempo atrás parecían haber empezado a subsanarse.

En lo que respecta al vínculo con el Reino Unido, Robert Wilkie ("The U.S.-UK Special Relationship after the Fall of Kabul", NationalInterest, August 28) plantea, en línea con lo esbozado por Walt para la Unión Europea, que la decisión unilateral de Biden muestra que la actual Administración no considera al Reino Unido como una "relación especial". Ello supone un creciente distanciamiento entre ambas potencias y, en consecuencia, una mayor dificultad para avanzar en causas comunes como la defensa de la democracia a nivel global.

La retirada estadounidense de Afganistán es una decisión que se gestó a lo largo de las últimas tres administraciones estadounidenses, siendo Obama quien la inició y Biden quien la concluyó. Pese a ello, su veloz y desordenada ejecución ha abierto múltiples interrogantes sobre el futuro del poder estadounidense y de la relación de Estados Unidos con sus aliados en diversos continentes. Lo que sí pareciera ser cierto es la convicción del establishment estadounidense de la necesidad de dejar atrás la era post 11-S y abocarse de lleno a la competencia estratégica con la República Popular China.

 

Artículos sugeridos:

Foreign Policy – Chinese Recognition of the Taliban Is All but Inevitable – By Derek Grossman

Foreign Policy – Indonesia Unprepared as Great Powers Clash in Indo-Pacific – By Evan A. Laksmana

National Interest – How Can the United States Best Protect its Interests in Afghanistan? – By George Beebe

National Interest – Iran and the Taliban: Fast Friends or Fierce Foes? – By Seyed Hossein Mousavian

National Interest – U.S. Credibility Not Seriously Damaged by Afghanistan Failure – By Ted Galen Carpenter

The Economist – Henry Kissinger on why America failed in Afghanistan – By Henry Kissinger

 

 

ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA

 

 

Estados Unidos y sus relaciones con la Argentina y Brasil: entre la visita de Sullivan y la toma del Palacio de Kabul

El presidente de Estados Unidos Joe Biden camina con el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan a la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, el 27 de agosto de 2021, después de viajar a la oficina del director de Inteligencia Nacional en Virginia. | AFP / Saul Loeb

A comienzos de agosto, el consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Jake Sullivan, viajó a los dos major non-NATO allies latinoamericanos: la Argentina y Brasil. Se trata de su primera visita a la región en la que fue acompañado por el director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, Juan González; el director de la Oficina para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Ricardo Zúñiga; el director de Tecnología y Seguridad Nacional, Tarun Chabra; y el director de Cibernética, Amit Mital. La agenda de la visita a Brasil incluyó varios temas de seguridad (Emily Horne, portavoz del NSC) y otros referidos "a la estabilidad regional, los objetivos climáticos, la colaboración en el desarrollo de infraestructura digital y la respuesta a la recuperación de la pandemia de COVID-19". La visita a la Argentina, por otro lado, se estructuró en torno "al fortalecimiento de los lazos estratégicos con respecto a las prioridades bilaterales y regionales, incluida la recuperación de la pandemia, la cumbre climática regional a realizarse en septiembre, el crecimiento económico compartido y la seguridad regional".

Los tópicos del itinerario no se desentendieron de los intereses geopolíticos estadounidenses: más específicamente, estuvieron condicionados por el creciente avance de China en el Cono Sur. Según Tokatlian, Estados Unidos buscó en los últimos años "evitar que China afirme su hipotética Doctrina Monroe en el Sudeste de Asia y, al mismo tiempo, procuró reafirmar el retorno de la propia Doctrina Monroe en América Latina"). (Juan Gabriel Tokatlian en El Cohete a la Luna, Mayo 2020. Biden, de acuerdo con este autor, busca repetir con la Argentina y Brasil la estrategia antichina que promueve en la región del Indo-Pacífico, donde también prioriza "el eje de la seguridad" para contrarrestar la influencia de Beijing junto a aliados estadounidenses como la India, Japón y Australia.

A pesar de la pérdida de relevancia global de Latinoamérica, ésta podría convertirse en un área de competición creciente entre Washington y Beijing. En este marco, se desprenden dos premisas: (1) la relación tanto con Brasil como con la Argentina como aliados extra-OTAN no debería ser subestimada; y (2) las posiciones en torno a las agendas de fortalecimiento democrático, crisis climática o la compra de vacunas bien podrían ser leídas a la luz de esta rivalidad. Así, por ejemplo, la licitación de redes 5G se presentó como uno de los ejes centrales de la visita de Sullivan. El gobierno de Biden -al igual que el de Trump-, exige que Huawei Technologies sea excluido de la licitación para el tendido de la red. Si bien la Argentina no tiene todavía un cronograma específico sobre el proceso de licitación, la comitiva estadounidense reafirmó el rechazo de la Administración Biden a la participación de China en posibles licitaciones. Brasil, que está más avanzado en su cronograma, ya acercó su posición a la de Estados Unidos. La subasta de la red 5G, que se lanzará en octubre, quedó dividida en dos tramos: uno para la circulación general de datos, en la que dicha compañía podrá participar, y otro para organismos del Estado, que involucrará comunicaciones sensibles, de la que será excluida.

La política exterior de la Administración Biden frente a América Latina se concentró inicialmente en México y Centroamérica, teniendo como primera prioridad la cuestión migratoria. El viaje de Sullivan parece revelar la reorientación de esta estrategia. ¿En qué momento de la historia reciente quedó relegada América del Sur? El alejamiento de Washington suele ser comúnmente identificado a partir del 11 de septiembre de 2001, cuando la prioridad pasó a ser el combate al terrorismo en Medio Oriente. La creciente influencia de China en Sudamérica resulta una de las claves para comprender el trasfondo de la visita al Cono Sur de uno de los funcionarios de mayor confianza del presidente de los Estados Unidos.

Sin embargo, a casi 20 años del atentado a las Torres Gemelas, el restablecimiento del Emirato Islámico en Afganistán conduce a algunos analistas a identificar un lugar de aún menor relevancia para América Latina en la agenda internacional de Washington, con la excepción de los asuntos migratorios por su incidencia en la política doméstica. Esto podría conducirnos a perder de vista algunos cambios producidos durante las últimas dos décadas en el escenario internacional, como lo fue el acercamiento comercial de China a la región latinoamericana: entre los años 2000 y 2020, el comercio de China con América Latina y el Caribe se multiplicó 26 veces, mientras Estados Unidos veía reducida su participación (World Economic Forum). Habida cuenta del impacto positivo que el comercio con China ha tenido para América del Sur durante las últimas dos décadas, los eventuales castigos de Estados Unidos sobre esta relación podrían ser altamente contraproducentes, además de resistidos tanto por razones ideológicas como por los intereses materiales en juego. (Oliver Stuenker, Foreign Affairs, Nov 2020). Sin caer en la intromisión, pero tampoco en la omisión, ¿qué alternativa cabría esperar?

Estados Unidos podría fortalecer su influencia en la región, entonces, por medio de la construcción de una agenda positiva que identifique los tópicos en los que encuentre convergencia o complementariedad con los países latinoamericanos (Anne Marie Slaughter, "Anne-Marie Slaughter on why America's diversity is its strength", The Economist, Aug 24, 2021 y Oliver Stuenker, Foreign Affairs, Nov 2020). Pese a que la toma de Kabul por parte de los talibanes acentúa los señalamientos al fracaso de la ingeniería institucional del intervencionismo liberal (John Mearsheimer, Associated Press), es probable que la agenda liberal de Estados Unidos en América del Sur siga en pie debido a la creciente la competencia con China y a los preocupantes retrocesos democráticos en la región, como puede observarse actualmente en América Central.

 

El Observatorio Estados Unidos brinda información por medio del seguimiento en los medios de prensa de los principales acontecimientos vinculados a la política interna norteamericana, a los Estados Unidos y el mundo, y a los Estados Unidos y América Latina en particular. Las opiniones expresadas en esta publicación son exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento del CARI.

 

 

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