ACONTECIMIENTOS DESTACADOS DE LA REGION

 

 

15-08-2006

Reflexiones sobre el fin de las hostilidades entre Israel y Hezbollah

Por Carlos Alberto Ozarán, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

El 14 de agosto de 2006 entró en vigor el cese del fuego entre el Estado de Israel y la milicia shiita Hezbollah.

El instrumento jurídico que puso fin a la lucha de cuatro semanas, fue la Resolución del Consejo de Seguridad Nro 1701 -presentada por Francia y EEUU-, aprobada por unanimidad el 12 de agosto, y aceptada por los gobiernos de Israel y Líbano.

Los puntos principales de la Resolución fueron:

  • Cese completo de las hostilidades entre Israel y Hezbollah.
  • Liberación de los soldados israelíes secuestrados.
  • Implementación de una Fuerza Conjunta de Paz, compuesta por el Ejército Libanés y la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL).
  • La Fuerza Conjunta tomará el control en el sur del territorio libanés.
  • Las tropas israelíes se retirarán de dicho territorio.
  • Embargo de armas a Líbano, excepto para sus FFAA y UNIFIL.
  • Se efectuarán propuestas para desarmar a las milicias en un plazo de 30 días.
  • Se resolverá la cuestión de las granjas de Shebaa, pequeña superficie entre Líbano y Siria ocupada actualmente por Israel, y se delimitarán las fronteras entre éste Estado y Líbano.

Conclusiones

Una vez más, una Resolución de la ONU puso fin a una ofensiva israelí sobre Líbano.

En rigor de verdad, el plazo que EEUU había concedido a Israel para que operara sobre objetivos libaneses se había cumplido y el logro, o no, de los objetivos alcanzados en función de las fuerzas empleadas deberá ser motivo de análisis por las autoridades militares israelíes aunque.

En principio el Premier Olmert reconoció errores en la conducción y la oposición, cuya voz cantante fue el ex Primer Ministro Netanyahu, calificó al Jefe del Gobierno y al Ministro de Defensa de "inexpertos", calificativo bastante aproximado a la realidad.

La liberación de los soldados secuestrados no será fácil de lograr, ya que pareciera que sólo una negociación para canjearlos por prisioneros palestinos y de Hezbollah posibilitaría el cumplimiento de ese punto.

Al respecto, si finalmente sólo una negociación bilateral entre Israel y Hezbollah puede dar lugar a puntos de entendimiento, pareciera que las soluciones negociadas deberán tener prioridad por sobre el empleo del poder militar. La inversión del orden podría llevarnos a pensar que más que una represalia se llevó a cabo una venganza.

El establecimiento de una Fuerza Conjunta libanesa y de la ONU y el desplazamiento de Hezbollah de la zona sur, aparece como el logro estratégico más importante conseguido por Israel, aunque la pretensión inicial israelí era una Fuerza Internacional formada por EEUU y otros.

Sobre este punto, ni el Mandato de empleo, ni el aumento de 2000 a 15000 efectivos de UNIFIL tendrán el más mínimo margen de éxito si Israel no modifica su actitud respecto a esta Fuerza.

En efecto, ha sido una política de todos los Gobiernos Israelíes ignorar a las tropas de la ONU, confinarlas a sus emplazamientos cuando necesitó corredores para operar, prohibirle sus movimientos para evitar sus patrullajes, así como prohibirle enviar mensajes por radio para que los informes por violaciones terrestres o aéreas del territorio libanés -Violations Report (VIREP)- llegaran tarde, o no llegaran a destino.

No puede dejar de mencionarse el desprecio por la seguridad personal de los miembros de UNIFIL por parte de las FFAA de Israel. En repetidas situaciones desde el despliegue de UNIFIL, miembros de esa Fuerza perdieron la vida como resultado del fuego israelí, que no extremó las medidas de coordinación mínimas para evitar sus efectos letales.

Entre ellas merecen citarse:

  • En 1996, el Puesto de Comando de un Batallón fue batido con artillería provocando bajas entre el personal militar, y cuantiosas víctimas civiles. Posteriormente, una Comisión Investigadora estableció la responsabilidad israelí.
  • Durante la última ofensiva, el Puesto de Observación de El Khiam fue batido por un misil aire-tierra, pese a que se encontraba perfectamente identificado a 5Km al NE de la ciudad israelí de Metulla, provocando la muerte de los Observadores Militares que lo ocupaban.
  • Un convoy humanitario autorizado, que había llevado ayuda a la ciudad de Marjayun fue atacado, pese a la clara identificación de sus vehículos provocando varios muertos.

Por su parte, el Consejo de Seguridad debe respaldar a UNIFIL, y hacer cumplir su Mandato, sin vetos que favorezcan a unos u otros. Sólo así hará creíble su verdadera intención de acercar a las partes, proceder que no ha seguido en el pasado, mediato e inmediato.

EEUU tiene una gran responsabilidad por ser la Potencia Hegemónica que apoya en forma irrestricta a Israel, en los aspectos políticos, financieros, y militares. De no modificar su actitud, ese apoyo seguirá siendo la causa de la desestabilización de la región y una fuente inagotable de resquemores contra Occidente.

Si es convenientemente apoyada, política y militarmente, la República Libanesa no podrá eludir su responsabilidad de hacer lo necesario para obtener el monopolio de la fuerza.

Lo expresado no es una tarea sencilla, si se tiene en cuenta que las unidades militares libanesas son multi confesionales, por lo que los intereses católicos maronitas, sunnitas, shiitas y drusos pueden interferir en la decisión, y deben ser tenidos en cuenta.

 

31-07-2006

Análisis de la situación derivada de la invasión israelí al Líbano

Por Carlos Alberto Ozarán, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

El bombardeo de Beirut y de los principales centros poblados de la República Libanesa, la destrucción de su infraestructura de comunicaciones terrestres, aéreas y marítimas, así como de sus plantas eléctricas, por parte de las Fuerzas de Defensa del Estado de Israel, y el lanzamiento de misiles sobre algunas ciudades israelíes -Nahariya; Haifa; Metulla; entre otras- puede ser analizado desde varios puntos de vista.

I. Desde el punto de vista del Derecho Internacional Público -DIP-

1. Israel

La reacción israelí ante la infiltración de un grupo de Hezbollah en su frontera Norte, con el secuestro de dos soldados y la muerte de un tercero podría ser considerada como un acto de "legítima defensa"seguido de una acción de "represalia".

La "legítima defensa" -"sanción", prevista en el DIP-, autoriza a un Estado a rechazar mediante el uso de la fuerza una agresión antijurídica a su territorio.

La diferencia entre la "legítima defensa" y la "represalia", es que la primera comprende simples medidas de defensa, que aunque impliquen el uso de la fuerza buscan recomponer la "linea de defensa" y eliminar a los productores de la agresión, mientras que la "represalia" sólo puede ordenarse cuando no se ha conseguido la "reparación" del daño sufrido, y comprende una "intromisión en los bienes jurídicos del adversario.

Los conceptos que se acaban de enunciar no tienen un carácter absoluto y para algunos autores -como Kelsen- ni siquiera tienen cabida en el DI aunque ese tipo de posiciones pasa por alto que ciertos sistemas jurídicos reconocen que determinados hechos "anti jurídicos" pueden inmediatamente originar "consecuencias coercitivas", como sería este el caso.

La interpretación puntual del derecho israelí a ejercitar su derecho a la "legítima defensa" parece no presentar mayores dificultades académicas, excepto por el hecho que su magnitud puede ser considerada un "exceso de legítima defensa".

Si consideramos a la "legítima defensa" el paso previo a la "represalia", o una especie de "estadío previo", o "derecho legitimador" parecería que debería haber una relación cuantitativa entre la "ofensa" y la "defensa".

Esta relación está contemplada cuando la jurisprudencia indica que determinadas violaciones del derecho de la guerra están prohibidas, incluso como represalias, porque ante todo no debe haber una desproporción notoria entre el acto ilícito y la represalia.

A la luz de este concepto creemos que el Estado de Israel habría incurrido en un exceso al ejercer su derecho, porque ha afectado vidas y bienes públicos y privados de civiles no beligerantes que en nada modifican la capacidad ofensiva de Hezbollah.

2. Líbano

Aunque en principio, y en una interpretación amplia, los Estados son responsables por los actos jurídicos de sus órganos competentes, y aún de los incompetentes, en el caso del Líbano deber tenerse en cuenta que la recuperación plena de su soberanía se hallaba en proceso de consolidación, aunque en rigor de verdad la soberanía libanesa nunca llegó a ser plena.

Ya desde el reconocimiento de la independencia en 1944, el nuevo Estado se vio envuelto -como Siria- en las rivalidades entre Gran Bretaña y la Francia de Vichy -en el marco de la II Guerra Mundial, operándose recién en 1946 el retiro total de los efectivos militares extranjeros.

El acuerdo cristiano-musulmán, conocido como la Carta Nacional, permitió consolidar a la novel República sobre una base política confesional que procuró preservar la independencia sorteando las influencias de Siria, del panarabismo de Nasser, y de Irak.

Las simpatías pro occidentales, en general, y con EEUU, en particular, durante la Guerra Fría y el mantenimiento de los lazos culturales con Francia fueron otros motivos de fricción entre cristianos y musulmanes.

Pese a ello el Líbano gozó hasta 1970 de una gran prosperidad económica y financiera, siendo Beirut calificada como la "París de Oriente".

En septiembre de 1969 el Rey Hussein de Jordania expulsó por la fuerza a la Organización de Liberación de Palestina -OLP- liderada por Yasser Arafat, que utilizaba su territorio para entrenar y lanzar ataques contra Israel, al mismo tiempo que comenzaba a desconocer el poder real.

En ese orden de cosas, Estado Judío permitió el pasaje de los palestinos de la OLP por su territorio con sus armas,y les permitió el ingreso al territorio libanés sin efectuar ninguna consulta con Beirut.

Como había procedido en Jordania, pero favorecida por la debilidad militar libanesa, la OLP pronto se transformó en un factor de poder y desde su nuevo asiento comenzó a lanzar ataques contra Israel, y participó activamente de la política interna.

En 1975 el entendimiento cristiano-musulmán de 1944 se resquebrajó por factores internos y externos, y al producirse el desbande de las unidades militares regulares comenzó la Guerra Civil, en la que la Falange Maronita se enfrentó con las milicias musulmanas y de la OLP.

Siria, que inicialmente apoyó al sector musulmán, al advertir que los intereses de éste no se orientaban hacia Damasco, apoyó a las fracciones cristianas para evitar su derrota, en un verdadero juego de suma cero en el que ninguno de los contendientes quedó satisfecho con el desenlace de la lucha en el que no hubo ningún vencedor, pero que el gran damnificado fue el pueblo libanés.

El Ejército Sirio, que ingresó al país como Fuerza Árabe de Paz pronto se transformó en una virtual fuerza de ocupación, excepto en el sur donde los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes continuaron.

Recién a mediados del 2005 las fuerzas sirias fueron obligadas a retirarse ante la indignación que causó el asesinato del ex Premier Rafik Hariri, magnicidio que fue atribuido a Damasco.

Israel, que había apoyado a los cristianos maronitas durante la guerra civil en 1982 invadió Líbano y obligó al exilio de Arafat y sus seguidores hacia Túnez. No obstante haber conseguido su objetivo, la ingerencia israelí continuó afectando al gobierno libanés ya que armó y sostuvo logísticamente a una fuerza disidente autodenominada Ejército del Sur del Líbano, que le disputaba el control del sur del país a las milicias palestinas y a las shiitas del movimiento AMAL, en detrimento del poder central.

Irán, en su intento de exportación de su Revolución Islámica, armó y sostuvo a Hezbollah que se había convertido en la organización líder de los intereses shiitas, y lo alentó a desafiar permanentemente a Israel.

A mediados del 2000 sorpresivamente el Ejército del Sur del Líbano, que ya había dado signo de debilidad, se desintegró; sus soldados se diluyeron entre la población maronita, sus suboficiales se refugiaron en Israel y la mayor parte de sus oficiales fueron acogidos por Francia.

Lo grave de la situación fue que las fuerzas israelíes se retiraron sin establecer ningún tipo de contacto con el Gobierno Libanés, quedando el control de la zona en manos de Hezbollah.

Una vez más el Estado Libanés perdió una oportunidad de lograr el monopolio de la fuerza, y la extensión efectiva de su soberanía.

En todo ese convulsionado período ni EEUU, ni ninguna Potencia de Occidente, se propuso dotar al Gobierno Libanés de los medios políticos y militares para sostener su autoridad, y las Naciones Unidas que desplegaron una Fuerza de Paz -UNIFIL-, permitieron que ésta fuera permanentemente limitada y desairada por Israel.

En síntesis, Los actores involucrados en los hechos que se analizan -Israel; Siria; Irán; Hezbollah- fueron responsables de la situación que permitió que Hezbollah se convirtiera en un Estado dentro de otro Estado.

3. Hezbollah

Desde el punto de vista del DI, aunque no es un Estado, le caben por extensión de las normas la imputación de "agresión", por los actos ilícitos contra efectivos militares israelíes dentro del territorio de ese país.

Con los mismos argumentos desarrollados para tipificar la conducta de Israel con respecto a Líbano, podemos decir que Hezbollah agravió a Israel con un acto ilícito y que, aunque haya sido una práctica común entre ambos contendientes, la ilegalidad habitual no crea derecho.

II. Desde el punto de vista del Derecho Internacional Humanitario -DIH-

1. Las disposiciones jurídicas

A la luz del DIH, las operaciones militares deben ser codificadas a fin de evitar sufrimientos mayores a la población civil.

En principio se estableció la ilegalidad del uso de Armas de Destrucción Masiva -ADM- y ciertos artefactos de alcance incontrolable -como las minas antipersonales- como forma de limitar la destrucción y los efectos residuales de su uso.

Aunque los "daños colaterales" son inevitables en todo ámbito bélico, los Comandantes militares son responsables del "exceso de daño" producido a la población civil.

El Derecho Internacional Humanitario Bélico reconoce antecedentes jurídicos y políticos que se remontan a la segunda mitad del Siglo XIX, los continuos esfuerzos de la Cruz Roja Internacional, los intentos posteriores a la Guerra Franco-Prusiana y a la IGM, así como los Tribunales ad-hoc de Nuremberg y Tokio al término de la IIGM.

Finalmente, luego de innumerables intentos, entre el 15 y el 17 de junio de 1998 se desarrolló la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional.

El Estatuto de Roma -que la regula- consta de 128 artículos y establece la potestad de juzgar cuatro clases de crímenes. (1)

  • Genocidio: eliminación de grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos.
  • Contra la Humanidad: ataque sistemático o de envergadura contra una población civil.
  • De Guerra: violaciones graves de las Convenciones y Protocolos.
  • De Agresión: a determinar por el Consejo de Seguridad.

 

2. Israel

Los responsables de las operaciones aéreas y terrestres de Israel habrían cometido, de acuerdo al Estatuto de Roma, en crímenes de lesa humanidad al obligar al traslado forzoso de la población del sur del Líbano al destruir sus aldeas, expulsándolos coactivamente. (2)

Asimismo serían responsables de crímenes de guerra: (3)

  • Quienes dirigieron intencionalmente ataques contra la población civil en cuanto tal o contra civiles que no participaren directamente en las hostilidades.
  • Dirigieron intencionalmente ataques contra objetivos civiles, o sea que no son objetivos militares.
  • Lanzaron ataques intencionalmente a sabiendas de que causarían pérdidas de vidas, lesiones a civiles, o daños a objetos de carácter civil o daños extensos duraderos y graves al medio natural que serían manifiestamente excesivos en relación con la ventaja militar concreta que se prevea.
  • Atacaron o bombardearon ciudades, aldeas, pueblos o edificios que no estaban defendidos, y no eran objetivos militares.
  • Dirigieron intencionalmente ataques contra edificios dedicados al culto religioso, artes, ciencias, hospitales, lugares de reunión de heridos, siempre que no hayan sido objetivos militares.

 

3. Hezbollah

Teniendo en cuenta las disposiciones jurídicas que regulan el DIH, Hezbollah ha agraviado con un hecho ilícito a Israel al lanzar misiles sobre centros poblados, que no constituyen objetivos militares.

Como ya se ha señalado la represalia no exime del cumplimiento de dicha norma, ni de ninguna otra acción que cause sufrimientos innecesarios a la población civil.

Probable evolución

Es poco probable que Israel intente ocupar Beirut mediante operaciones terrestres y/o sectores territoriales libaneses de magnitud.

Es muy probable que al retirarse del territorio libanés, el Ejército Israelí practique una política de tierra arrasada, impidiendo de hecho la utilización de las aldeas y pueblos al sur del río Litani.

Al respecto ya existen antecedentes de este tipo de operaciones en dicha área -tal el caso de la aldea de Khiam-, y en el Golan donde la ciudad siria de Kuneitra fue destruida al completo con topadoras, luego de haberse acordado formalmente una tregua entre Israel y Siria.

Aunque la capacidad militar de Hezbollah haya sido seriamente afectada, ello no impedirá, como no lo impidió en el pasado, que se reanuden las hostilidades.

En lo estratégico, la violencia del ataque pareciera estar más dirigida a advertir a Siria, a Irán, y eventualmente a Corea del Norte, que son los Estados desestabilizadores de la hegemonía estadounidense, del grado de determinación existente para resistir políticas que lesionen sus intereses.

El hecho de que Israel no haya firmado el Estatuto de Roma no exime que su conducta pueda ser analizada a la luz de sus disposiciones.

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(1) Parte 2 apart 5.1

(2) Parte 2 ap 7.1 y 7.2 d)

(3) Parte 8 ap 8.1 y 8.2 B)

 

07-2006

Darfur. Genocidio y la difícil articulación de los esfuerzos de la comunidad internacional

Por Carlos Pérez Aquino, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

Es un escenario que ya parece clásico de nuestros tiempos. Las luchas étnicas mezclan los orígenes raciales con la disputa por los escasos recursos. El resultado son las matanzas, los desplazamientos masivos, la miseria, y una variedad de atrocidades.

El nacimiento de Sudan como nación independiente dejó como secuela el enfrentamiento entre el norte y el sur. Siguieron veinte años de luchas por el agua y la tierra entre grupos identificados por ellos mismos como "Africanos" o "Árabes". Al agua y la tierra se le sumaron asuntos relacionados con el manejo del poder, el rol de la religión en el estado y autodeterminación. Pastores contra granjeros, rebeldes contra el gobierno dieron lugar a todo tipo de violaciones a los derechos más elementales. Dos grupos enfrentaron al gobierno, el Ejército/Movimiento Sudanés de Liberación Nacional y el Movimiento Justicia e Igualdad.

Distintas iniciativas intentaron resolver el conflicto. El Protocolo Machakos fue el resultado de esos esfuerzos en los que se logró la firma de todas las partes y acuerdo en asuntos elementales para la paz tales como, principios para la gobernabilidad, procesos de transición y estructuras de gobierno, así como el derecho a la autodeterminación del pueblo del Sur de Sudán, el estado y la religión.

Pero la paz no llegó a todo Sudán. Finalizó la guerra civil en enero de 2005 pero la violencia irrumpió en Darfur. Con decenas de miles de muertos y 1.8 millones de desplazados, este conflicto escala día a día. Las atrocidades que tuvieron lugar en Darfur fueron definidas como genocidio. Nada menos que el entonces Secretario de Estado de los EEUU, Grl. Colin Powell es quien utiliza esta definición al referirse a la acción de las milicias janjaweed en contra de las aldeas no árabes.

El esfuerzo de la comunidad internacional comenzó a articular su respuesta empezando a nivel regional. La Organización de la Unión Áfricana tomó la delantera en estas iniciativas haciéndose cargo del control del cese del fuego y de los acuerdos para la ayuda humanitaria. La AMIS (Áfrican Union Mission in Sudan) con alrededor de 7000 hombres fue desplegada en Darfur. La ONU y las ONG comenzaron con la ayuda humanitaria y con el control y registro de aquellos que cometieran actos contra los derechos humanos, con el objetivo de aplicar sanciones y llevar a juicio a los responsables. La Unión Europea, por su parte, aporta casi dos tercios del sostenimiento de la AMIS a través del Fondo Paz Áfricana.

Ahora un nuevo desafío se plantea. Una misión de la Unión Áfricana debió liderar un proceso con el objetivo de obtener la paz antes del 30 de abril, lo obtuvo el 5 de mayo. Surge entonces la necesidad de respaldar y reemplazar a la OUA en la operación efectiva de la seguridad en Darfur. La AMIS tiene un mandato que vence el 30 de septiembre, fecha a partir de la cual debería hacerse cargo una fuerza de la ONU. Sin embargo la cooperación local es difícil de asegurar.

Muchas son las dudas que esta transición plantea. En principio si bien se dice que la nueva fuerza tendrá una "fuerte participación y carácter africano" es indudable la necesidad del aporte de otros "estados miembros contribuyentes". La intención del Secretario General de la ONU es reemplazar la fuerza de los 7.000 efectivos actuales a una de 20.000 "con un alto nivel de entrenamiento y equipamiento". No son muchos los países dispuestos a comprometer tropas en el África en la que se encuentran ya desplegadas 7 fuerzas de paz.

Para salvar el desfasaje que se produciría entre la fuerza de OUA y la fuerza de ONU hay quienes proponen el despliegue de una fuerza "puente" con tropas OTAN. Esta fuerza debería estar en capacidad de desplegar y tomar el comando y control de la operación hasta tanto se complete la transición.

A los desafíos planteados se le agrega la volatilidad de la situación en Chad que complica y acelera los tiempos.

Hay quien dice que las atrocidades que vemos son problemas solo africanos que requieren soluciones solo africanas. Esto que es evidentemente insostenible requiere respuestas y acciones completas y complejas. Esta es una brillante oportunidad para evaluar la voluntad de la comunidad internacional de participar enérgica y efectivamente en la solución de los problemas africanos.

 

25-11-2005

Breve análisis de la situación política interna de Israel y su influencia en el futuro del Proceso de Paz palestino-israelí

Por Carlos Alberto Ozarán, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

A principios de noviembre, nuestro análisis de las consecuencias prácticas derivadas de la retirada israelí de la Franja de Gaza y el forzado desmantelamiento de los asentamientos allí existentes, sin que se reanudaran conversaciones de paz, nos llevó a concluir que dicha decisión terminó siendo "innecesaria e insuficiente". (1)

En dicha evaluación también expresamos, entre otros conceptos, -tal vez más influenciados en lo que creemos que "debería ser" que en lo que realmente "es", que "aún si el inevitable desgaste físico y político de Sharon provocaran su reemplazo, sólo si se retornara a la posición negociadora que inaugurara el asesinado Primer Ministro Yitzhak Rabin en 1993, podría vislumbrarse alguna posibilidad de éxito".

A fuer de ser sinceros, el reemplazo de Sharon lo imaginábamos como una posibilidad a mediano plazo, y que su sucesor sería el ex premier Benjamín Netanyahu, perteneciente como él al Partido derechista Likud.

Sin embargo, la dinámica propia de la política israelí ha sufrido una aceleración inesperada e insólita. Inesperada porque no medió ninguna moción de censura en el Parlamento -pese al retiro del Partido Laborista de la Coalición bajo la nueva conducción de Amir Peretz-, e insólita porque Sharon provocó las elecciones generales al renunciar a su propio Partido, al tiempo que fundó uno nuevo -Kadima (Responsabilidad Nacional)-.

Aunque la presencia activa de Peretz como líder de la oposición debe haber influido en la acción del Jefe del Gobierno israelí, el detonante fue la negativa de ocho diputados del Likud de avalar el nombramiento de dos Ministros propuestos por Sharon. (2)

La nueva situación provocó, como ya es norma en la política israelí, adhesiones y rechazos de políticos de todo signo, y la auto proclamación de candidatos dentro del Partido que abandona Sharon, con vistas a la elección a Primer Ministro.

El 17 de noviembre el Primer Ministro y el nuevo jefe del principal Partido de la oposición acordaron organizar elecciones legislativas anticipadas entre finales de febrero y finales de marzo del año entrante, y comunicada la alternativa al Presidente del Estado éste, luego de las consultas legales, convalidó el acuerdo.

Las primeras encuestas favorecen a Sharon (que obtendría 30/33 de las 60 bancas parlamentarias), seguido por Peretz, del Laborismo (26 bancas), Netanyahu, que podría ser el candidato triunfante del Likud (con 12/15 bancas). Como siempre los Partidos Religiosos, los de los Inmigrantes y el Meretz podrían terminar siendo los árbitros de las elecciones, ya que el candidato triunfante necesitará la aprobación de por lo menos 61 miembros del Parlamento -Knesset- para ser elegido Primer Ministro.

Creemos que un interesante comentario aparecido en el diario Haaretz (3) merece ser analizado.

Las reflexiones se refieren a que deben manejarse las encuestas con precaución, y aunque ello es de aplicación en todos los órdenes, en el caso de la política israelí se registran antecedentes que indican que el anuncio de la formación de nuevos partidos políticos tienden a atraer a potenciales votantes, ya sea por la personalidad del candidato o por las promesas electorales -que en su etapa inicial no llegan a ser una plataforma política, que de todas maneras requiere la aprobación formal de las autoridades partidarias-.

La conclusión del comentario es que normalmente la masa de los votantes tiende a volver a su agrupación política de origen, el candidato ante las dificultades de organizar cuadros partidarios puede aliarse con algún otro partido ya establecido, que lo recibe con un caudal de votos nada despreciable, o los votantes desencantados con la frustrada intención, migran hacia una tercera agrupación política afín con sus intereses.

Estas variantes se han dado con bastante frecuencia en la política israelí, por lo que su mención no es un mero ejercicio intelectual.

Aunque todas las variables políticas son viables, es poco probable que Sharon revea su decisión, pero tal vez un sector de los votantes se refugien en otro partido que no sea ni el nuevo Kadima, ni el Likud.

Cabe que efectuemos una aclaración con respecto al espectro político de Israel, que en resumen es un reflejo de la multiplicidad de orígenes y costumbres de la sociedad israelí, pero que además de los partidos políticos, existen grupos de poder religioso, ideológico, económico y también militar que forman una intrincada red de influencias y lealtades.

Aunque cada vez tiene menos sentido hablar de tendencias de "izquierda" o "derecha" por las mínimas diferencias de orientación socio-económica, en Israel el Laborismo encarna la corriente política de "izquierda" con una tradición de atraer a votantes de la clase media y alta, -intelectuales, profesionales universitarios, industriales y comerciantes fuertes-, proclive a obtener una paz negociada con sus vecinos árabes, y en lo interno con los palestinos. La corriente se refuerza con el Meretz -ex Partido Comunista-.

Debemos confesar que esta afirmación encierra una ironía: el Laborismo ha debido conducir las guerras de Israel, mientras que el Likud ha celebrado los Tratados de Paz, aunque esta ecuación se alteró con el asesinato de Yitzhak Rabin, ya que su muerte significó un duro golpe al Proceso de Paz palestino-israelí.

Cuando comenzó el gobierno de Benjamín Netanyahu y se paralizó el Proceso de Paz en medios académicos israelíes se describió la situación como la de un enfermo del cual los médicos no se ponen de acuerdo si está en terapia intensiva, en etapa terminal, o simplemente muerto, pero que nadie se anima a decírselo a la familia.

El Likud, por su parte, encabezó la "derecha", atractiva para la clase media baja, y clase obrera, de acendrados sentimientos nacionalistas. La política del partido sostiene que sólo la fortaleza militar del Estado Judío es la garantía de paz, tanto en lo interno como en lo externo. La corriente, como en el caso del Laborismo se refuerza con los ultranacionalistas del Shinui, y otras fuerzas agrupadas alrededor de los militares más prestigiosos de las FFAA.

El origen étnico juega también su papel de adscripción. La tendencia aceptada es que al Laborismo lo votan las 2/3 partes de los judíos de origen europeo oriental -los ashkenazi o ashkenazim-, y al Likud las 2/3 partes de los judíos de origen meso oriental -los sefardí o sefaradim, de países árabes o africanos-. Si tomamos esa tendencia, se explica que la base política del Laborismo se recluta entre la porción socio-económica más acomodada, mientras el Likud lo hace en la más pobre o postergada.

No obstante lo expresado, no debemos olvidar la importante porción de la población nacida en Israel -los sabra- para los cuales el origen étnico no cuenta como motivo de adscripción política y sí lo hace el interés laboral, económico o intelectual, con una actitud entre distante y de mero respeto hacia la religión, pero de profundo rechazo hacia los ultra ortodoxos, subvencionados por el Estado, exceptuados del servicio militar obligatorio, y por ende sin haber entregado la cuota de sangre que requirió la Guerra de la Independencia, y las guerras de consolidación del Estado.

Pero debe tenerse en cuenta que también lo religioso ejerce una gran influencia en los alineamientos políticos, ya que existen partidos religiosos -SHAS; Religioso Nacional; Judaísmo Unificado de la Torah-, y por oposición partidos laicos -Meretz, ex Comunista-.

La inmigración de judíos rusos juega también un papel importante, ya que el millón y medio de judíos de ese origen se agruparon rápidamente en el Partido de los Inmigrantes, que luego dio origen a un segundo -Israel ve Aliá-, pero con el objetivo común de obtener ventajas sectoriales -subsidios, préstamos y viviendas-.

Con respecto a los temas de la campaña que se avecina, los candidatos querrán introducir en el debate aquellos temas en los que creen que son más fuertes.

Sharon insistirá en la seguridad como condición necesaria -y en este contexto se le escucharán conceptos sobre terror, terrorismo, y contraterrorismo-, Peretz tratará de debatir sobre temas económicos, habida cuenta que la economía de Israel se encuentra en fuerte retracción por el estado de inseguridad general reinante -en esa línea de prioridad su agenda tratará sobre la pobreza, la indigencia, oportunidades económicas, y también el tema de la paz interna-.

Benjamín Netanyahu, que mantiene una gran popularidad, aunque no compartió la decisión de abandonar Gaza, defenderá los postulados que Sharon impulsaba desde el Likud, ofreciendo mayor diálogo y participación democrática dentro del Partido.

Un comentario periodístico en Israel puede darnos la pauta que lo que sociedad israelí estaría demandando es un tratamiento equilibrado de los problemas: "Las tensiones derivadas de la seguridad otorgarían a Sharon una ventaja crítica en su confrontación contra Peretz, pero los votantes que están ansiosos acerca de la suerte de sus hijos cuando regresan a casa, suelen olvidar que esperándolos hay padres desempleados, con la heladera vacía" (4).

Creemos que queda claro que la complejidad del espectro político israelí no asegura la mayoría a ningún candidato, y que la integración de la Coalición que permita al líder de la primera minoría formar gobierno dará la pauta de lo que se puede esperar respecto del Proceso de Paz.

El análisis de los escenarios post electorales más probables nos permiten concluir que:

Si Sharon obtiene la primera minoría y para formar Gobierno debe aliarse con el Likud, con los Partidos Religiosos, con los inmigrantes rusos y los ultranacionalistas, se conformará una fuerza de derecha poco propicia al diálogo con los palestinos, pero endeble por las inevitables exigencias religiosas, y por los cuestionamientos aún no resueltos de Netanyahu a Sharon.

Si Sharon debe aliarse con los Laboristas y el Meretz, podrían mejorar las posibilidades del Proceso de Paz, la economía podría seguir el impulso renovador de Peretz, y el Proceso de Paz podría ser impulsado por Shimon Peres. El esquema podría funcionar si Sharon diera mayor participación a Peretz que la que le dio a Peres en el anterior mandato.

Si el Laborismo de Peretz vence, y logra conformar una fuerza de "izquierda" con Meretz, apoyada por los partidos que sólo quieren puestos ministeriales, o controlar actividades sectoriales, el Proceso de Paz podría tener posibilidades de reactivarse.

Si el Likud, con Netanyahu a la cabeza obtiene el derecho a formar Gobierno, y para ello obtiene el apoyo de los Partidos Religiosos, y del nuevo Kadima de Sharon, se conformará un bloque de "derecha" que dará como resultado que el Proceso de Paz continuará estancado.

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(1) Ver en esta página web: El retiro israelí de Gaza: "innecesario e insuficiente", por Carlos Alberto Ozarán, 7 de noviembre de 2005

(2) 8 de noviembre de 2005

(3) www.haaretzdaily.com del 22 de noviembre de 2005

(4) www.haaretzdayli.com del 22 de noviembre de 2005

24-11-2005

Elecciones en la República de Liberia

Por María Virginia Yapur, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

La República de Liberia, fundada en 1822 con el objeto de ser el refugio de esclavos libertos procedentes de Norteamérica, logró la independencia el 26 de julio de 1847. Por más de 150 años, los descendientes de dichos esclavos han dominado a la mayoría de los nativos, situación que revivió la tensión étnica. Sus vastos recursos naturales, entre los que se cuentan el caucho, el oro y los diamantes, le auguraban un buen futuro. Sin embargo, los constantes conflictos políticos, que incluso han traspasado los límites territoriales regionalizando la violencia, han demostrado lo contrario.

En un intento por revertir la accidentada y trágica historia del país, el 11 de octubre de 2005 se celebraron elecciones presidenciales y legislativas, los primeros comicios luego de la guerra civil que asoló al país por catorce años y que culminó hace tan sólo dos. Catalogadas como "libres y transparentes" por los más de 400 observadores internacionales que participaron, el acto electoral demostró el deseo de los liberianos por reconstruir y pacificar el estado del oeste africano, dejando de lado el conflicto armado, el autoritarismo, el personalismo político y las políticas de exclusión.

Las históricas elecciones fueron posibles gracias al proceso iniciado en 2003, con el acuerdo de paz suscripto en Accra (Ghana) por el entonces gobierno de Charles Taylor y representantes del grupo Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD), el Movimiento por la Democracia en Liberia (MODEL), partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil. Dicho instrumento no sólo facilitó el cese de hostilidades, sino también la renuncia y posterior exilio del Jefe de Estado en Nigeria y el despliegue de 15.000 efectivos de Naciones Unidas (UNMIL). Se estableció un Gobierno Nacional de Transición (NTGL), por el término de dos años, liderado por Gyude Byant, empresario liberiano perteneciente al Partido de Acción Liberiano, con el fin de organizar la transición a las elecciones de octubre de 2005 y el reemplazo por un gobierno efectivo en enero de 2006. Asimismo, se estableció una Asamblea Nacional Legislativa de Transición (NTLA) compuesta por 76 miembros.

A pesar de los problemas logísticos, los liberianos han sido los verdaderos protagonistas de los comicios. Con una población de menos de 3 millones de habitantes, diezmada y traumatizada por la violenta guerra civil e insatisfecha en sus necesidades básicas, de 1.5 millones de ciudadanos habilitados para votar, se registraron aproximadamente 1.35 millones (cerca del 90% del padrón electoral). Cabe destacar que del total de los votantes, la mitad eran mujeres y el 40% jóvenes (oscilando las edades entre 18 y 28 años).

A nivel presidencial, se presentaron 22 candidatos aunque sólo dos captaron la mayoría de los votos.

George Weah, millonario jugador de fútbol de 39 años apodado "Rey George" y coronado Jugador Mundial en 1995, se presentó como figura del Congreso para el Cambio Democrático.

Además de su destacada actividad como deportista, se desempeñó como Embajador de Buena Voluntad para UNICEF y regresó a Liberia para alentar a los "niños soldado" a abandonar sus armas y acogerse al proceso de desarme y desmovilización. Sus críticos han resaltado su falta de perfil político y educación.

Como contraparte, Ellen Jonhson-Sirleaf apodada "La Dama de Hierro" lideró la lista del Partido de la Unidad. La veterana política y economista de 66 años, se desempeñó en el sector internacional como oficial del Banco Mundial, en el público como Ministro de Finanzas, y en el ámbito privado como Vicepresidente del Citycorp. Asimismo, dirigió la Oficina de África para el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas.

Sirleaf ha sido criticada por su prematuro apoyo a Charles Taylor en el levantamiento de 1989 contra Samuel Doe, situación que culminó en la trágica guerra civil. Se presentó en las últimas elecciones presidenciales de 1997, siendo derrotada por Taylor. Su plataforma se centró en la lucha a favor de un gobierno honesto y transparente; la provisión de electricidad y agua a Monrovia en un plazo de seis meses y el lanzamiento de un ambicioso programa educativo.

Las diferencias entre ambos contendientes no han sido sólo de sesgo político sino también de llegada al público. Gracias a su perfil deportivo, Weah se vio favorecido en sus votos por la admiración que los jóvenes liberianos le profesan; mientras que Sirleaf conquistó a las clases medias. Otra disparidad respecto de los candidatos se registró su nivel educativo, mientras Sirleaf culminó un Master en Administración Pública en la Universidad de Harvard, Weah nunca terminó el secundario.

No obstante y más allá de este primer gran paso en aras de la reconstrucción del Estado liberiano, no se debe dejar de lado la contracara del país: la economía y la infraestructura liberiana están destruidas; hasta el 21 de diciembre de 2005, Liberia continuará enfrentando las sanciones internacionales sobre el comercio y exportación de diamantes y maderas; numerosos empresarios han abandonado el país llevándose consigo el capital invertido; la tasa de desempleo ha ascendido al 85% y la deuda externa sobrepasa los dos billones de dólares.

Atento los resultados finales confirmaron que ninguno de los dos favoritos obtuvo el 51% de los votos (28.3% para Weah y 19.8% para Sirleaf), el 8 de noviembre de 2005 se llevó a cabo la segunda ronda electoral. Con el 59.4% de los sufragios, Johnson Sirleaf fue declarada triunfadora por la Comisión Nacional Electoral. Si bien las elecciones fueron consideradas como libres y transparentes por los observadores internacionales, George Weah, quien obtuvo el 40.6% de los votos, denunció el acto electoral alegando maniobras fraudulentas, negándose su partido a aceptar los resultados electorales.

Considerando que Liberia ha sido incluida en el Primer Índice de Estados Fallidos en el puesto número 9 de los 20 estados en situación de mayor riesgo y además del reto que implica ser la primera mujer Presidente en la historia africana, el gran desafío para la nueva Mandataria, quien asumirá su cargo en enero de 2006, será reconducir al país en el camino del crecimiento y el desarrollo sustentable. El primer paso ya ha sido dado: Johnson Sirleaf le ofreció a Weah colaborar en el nuevo Gabinete.

Por otra parte, su tarea deberá considerar, entre otros tópicos, la apertura política de Liberia con una acabada reforma institucional que incluya los sectores de justicia y de seguridad; una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos mediante la provisión de servicios básicos (agua, electricidad, rutas y caminos, educación y salud); la reconciliación nacional tomando en cuenta la diversidad étnica; la aceleración del proceso de desarme, desmovilización y reinserción de los ex combatientes; la reconstrucción, diversificación y aumento de los niveles de producción e inversión; y el combate contra los altos niveles de corrupción y desempleo.

 

 

7-11-2005

El retiro israelí de Gaza: "innecesario e insuficiente"

Por Carlos Alberto Ozarán, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

A principios de septiembre del año en curso, efectuamos un análisis del retiro israelí de la Franja de Gaza, al que calificamos como "Necesario, pero no suficiente".

Lo calificamos como "necesario" porque, desde la terminación de la Guerra de los Seis Días, uno de los motivos que esgrimió Israel para mantener la ocupación que era evitar la presencia de fuerzas egipcias, había quedado totalmente desactualizado.

El otro motivo había sido evitar que desde esa zona se agrediera al territorio israelí. Ello tampoco se cumplió ya que, ni cuando Yasser Arafat contaba con fuerzas policiales y de seguridad, ni ahora en que Abu Mazzen, el sucesor de Arafat, carece del monopolio de la fuerza ha podido neutralizarse el accionar de las facciones palestinas opuestas al Proceso de Paz, siempre alimentadas por una irracionalidad ideológica que, sin embargo reconoce causas concretas como son el hacinamiento, la miseria y la frustración de continuas promesas incumplidas, tanto por parte de los dirigentes palestinos como de los israelíes.

La posición oficial del Gobierno Israelí, a través de su vocero oficial, explicitaba que "el Plan nació de la necesidad israelí de ejecutar una maniobra unilateral, a fin de modificar la situación estratégica y evitar que se le impongan opciones que podrían afectar aún más su seguridad".

El vocero completó su concepto manifestando que "ante la ausencia de un interlocutor con quien negociar políticamente en la coyuntura, se opta por abandonar un territorio que no se prevé conservar en un acuerdo definitivo".Además de nuestras consideraciones para considerar "necesaria" a la decisión de retirarse, la declaración oficial es suficientemente explícita y realista: la continuidad de la ocupación atentaba contra toda ecuación costo beneficio, ya que:

  • Mantener los asentamientos era gravoso desde el punto de vista económico.
  • Desgastante desde el punto de vista militar -ya que no se podía alcanzar la decisión mediante el uso del poder militar.
  • Gravosa por lo que significaba desde el punto de vista humano y económico custodiar asentamientos donde vivían cuatro mil colonos, entre una población de más de un millón de palestinos.

Gaza nunca formó parte del Israel Bíblico, ya que siempre fue vasalla de los poderosos de la región -fuesen egipcios, babilónicos, persas, helenos, romanos, bizantinos o turcos-, y aún del Reino de Israel bajo David y Salomón, pero conservando su autonomía.

Al respecto, debe recordarse que su ocupación devino como consecuencia de la Guerra de los Seis Días de 1967 -a expensas de Egipto-, y no de la Guerra de la Independencia de 1948.

Calificábamos de "no suficiente" a la decisión política israelí, si ella condicionaba la reanudación del Proceso de Paz a la neutralización de las organizaciones armadas productoras de violencia anti israelí -HAMAS; Jihad Islámica Palestina; Brigadas Mártires de Al Aqsa; y elementos residuales de los aparatos de seguridad y policiales, entre otras- que quedaron fuera del control de Abu Mazzen -el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina-, ya que ello, en el corto plazo, está fuera de su capacidad.

Agregamos en ese momento que, si se reanudan las represalias, los toques de queda, las redadas indiscriminadas y los asesinatos selectivos, con su contraparte de ataques terroristas suicidas, la rueda de la violencia se pondría en marcha nuevamente no importando quien la ponga en movimiento.

Hoy, habiendo transcurrido más de dos meses del completamiento de la retirada, con episodios traumáticos derivados de la resistencia de los colonos, que se sintieron traicionados por Sharon al ser obligados por la fuerza a dejar sus hogares y sus medios de subsistencia, la decisión política, al no ser acompañada de negociaciones tal como lo reclamábamos para que fuera "suficiente" sostenemos que se convirtió en "Innecesaria, e insuficiente", ya que no modificó la "situación estratégica".

Creemos que la situación estratégica -tal como la enunció el vocero gubernamental no se modificó- porque bastó que desde Gaza se atentara contra el territorio israelí para que se ordenaran represalias que produjeron bajas en la población civil palestina, y probablemente muy pocas, o ninguna, a los que atentaron contra Israel, reforzando la posición de los violentos y los escépticos, y debilitando la de los conciliadores.

Si lo que se pretendía era recobrar la iniciativa en el campo internacional, mostrando a Israel como un Estado que producía acciones en dirección a la paz, y en el campo interno se recobraba la libertad de acción para aumentar la seguridad, podemos afirmar que ello no se logró.

Shlomo Ben Ami -ex Canciller de Israel, y académico de nota- que había advertido sobre los riesgos de no reanudar negociaciones inmediatamente después del retiro de Gaza, amplió su prevención contra Sharon, según Vargas Llosa (1) que lo entrevistó recientemente, "no cree que a este hecho seguirá una negociación porque, dice, ni Sharon ni la opinión pública en Israel están a favor de ella". Y agrega que "por el contrario una mayoría de israelíes piensa ahora que una solución definitiva del conflicto vendrá a través de decisiones unilaterales de Israel, como en Gaza".

Creemos que ninguna decisión unilateral será aceptada por los palestinos, y que todo intento en tal sentido estará condenado al fracaso. Aún si el inevitable desgaste físico y político de Sharon provocaran su reemplazo, sólo si se retornara a la posición negociadora que inaugurara el asesinado Primer Ministro Yitzhak Rabin en 1993, podría vislumbrarse alguna posibilidad de éxito.

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(1) Vargas Llosa Mario "El secreto de Ariel Sharon"; LA NACIÓN; Enfoques 10 de octubre de 2005

 

7-09-2005

La "desconexión" de Gaza: necesaria pero no suficiente

Por Carlos Alberto Ozarán, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

El tema que tratamos es la decisión política tomada por el Gobierno del Primer Ministro de Israel de abandonar los asentamientos israelíes de la llamada Franja de Gaza.

Cabe recordar que el área de referencia limita al N y E con Israel, al S con Egipto e Israel y al O con el Mar Mediterráneo, que su superficie es de 360 Km2 -aproximadamente el doble de la Capital Federal- y que su población es de un millón de palestinos, y cinco mil israelíes que ocupaban unos veinticuatro asentamientos.

En principio se hace necesario, a nuestro juicio, aclarar que "desconexión" no es una opción estratégica o táctica, por lo que el vocablo utilizado parece ser más bien un recurso de acción psicológica para no utilizar el concepto "repliegue", menos aún el de "retirada", ya que ambos podrían exacerbar los ya caldeados ánimos de la sociedad israelí, aunque ya fueron usados en el pasado, en los casos del Sinaí y el sur de El Líbano.

Sin ánimo de incursionar en la temática militar, debemos citar que "conexión" es una operación militar que busca la reunión de fuerzas terrestres, que "repliegue" es una operación que busca desprender a una fuerza que se encuentra en contacto con el enemigo, y que "retirada" es aquella en la cual una fuerza, cuyos principales elementos no se encuentran ya en contacto con el adversario, se mueve alejándose de ella.

De la someras citas efectuadas se desprende que, al no ser la "desconexión una opción militar, se trata de una opción política, aunque implique el empleo y redespliegue de unidades militares.

Esa opción implica pues el "abandono voluntario" de núcleos urbanos y rutas de intercomunicación, de un área que se encontraba bajo ocupación militar desde 1967.

¿Por qué era "necesario" tomar tal determinación?

Según Raanan Guissin -vocero de prensa del Gobierno Israelí-, "el plan nació de la necesidad israelí de ejecutar una maniobra unilateral a fin de modificar la situación estratégica y evitar que se le impongan opciones que podrían afectar aún más su seguridad".

El vocero completa su concepto manifestando que "ante la ausencia de un interlocutor con quien negociar políticamente en la coyuntura, se opta por abandonar un territorio que no se prevé conservar en un acuerdo definitivo", sin aludir al lapso en que ello podría ocurrir.

La interpretación oficial no hace ninguna alusión a que, en aras de alguna variante del principio de "economía de fuerzas", mantener Gaza era económicamente gravoso, y militarmente desgastante y conflictivo para el frente interno.

Existen otras consideraciones de orden político que podrían ser consideradas positivas ante la maniobra ejecutada, tales como que sea interpretada como un gesto de buena voluntad por parte de Israel y que la Autoridad Nacional Palestina lo devuelva aceptando algún tipo de negociación que le permita concretar la creación del Estado Palestino.

La segunda parte de la consideración hace alusión a que la decisión es "no suficiente" es decir "insuficiente", y en verdad lo es en varios sentidos.

En principio, la decisión israelí no significa ni la concreción de un Acuerdo -como fue el caso de la entrega del Sinaí que significó la soberanía irrestricta de Egipto sobre el canal de Suez, y el fin formal de todo tipo de hostilidades-, ni el reinicio del Proceso de Paz convenido en Oslo entre el entonces Primer Ministro Yitzhak Rabin y el líder palestino Yasser Arafat, el 20 de agosto de 1993 y ratificado en Washington el 13 de septiembre de 1993.

Ante ello, es poco probable que un débil gobierno palestino, sin el monopolio de la fuerza, y sin continuidad geográfica con Cisjordania, acepte entablar negociaciones en condiciones tan desventajosas que sólo le acarrearán reacciones adversas en el frente interno.

Desde el punto de vista económico, es poco probable que en el corto plazo el abandono de las colonias israelíes mejore las paupérrimas condiciones de vida de la población palestina. No es aventurado afirmar que Gaza es un gigantesco bolsón de miseria, del que sólo puede esperarse violencia y descontrol.

Shlomo Ben Ami -ex Canciller del Estado de Israel y académico de nota-, expresa su temor de que "si no se reanudan negociaciones serias para avanzar con los palestinos en su globalidad, no es improbable que entremos en una tercera Intifada".

Al hacer alusión a posibles rebrotes de violencia desde Gaza hacia el territorio israelí, y en la ciudades palestinas reocupadas por Israel en Cisjordania -Hebrón, Belén, Jericó, Ramallah, Nablus, Jenin, Tulkarem y Qalquiya- vecinas de importantes asentamientos urbanos israelíes, se plantea una situación explosiva, si esa calificación aún significa algo en el conflicto que nos ocupa.

Por un lado, si el Estado de Israel condiciona la reanudación del Proceso de Paz a la neutralización de las organizaciones armadas productoras de violencia anti israelí -Hamas, Jihad Islámica Palestina, Brigada de Mártires de Al Aqsa, y elementos residuales fuera de control del presidente de la ANP- ello estaría fuera de su capacidad, dada la destrucción casi total de la infraestructura policial y militar palestina.

En ese orden de cosas, si para Sharon la "desconexión" forma parte de su plataforma política, frente a su propio Partido, a la oposición y al propio Laborismo -aunque forma parte de una coyuntural coalición-, no podría esperarse un proceder diferente al seguido hasta ahora -represalias, asesinatos selectivos, redadas y toque de queda en las zonas palestinas- con la ocurrencia de atentados terroristas por la contraparte palestina.

Para Yosi Beilin -importante político y negociador israelí en Oslo-, "Sharon está abandonando Gaza sólo para retener Cisjordania". La afirmación, de ser cierta, implica un concepto "gatopardista" que en nada contribuirá a la pacificación al Estado Palestino que se insinuó en Oslo.

 

2-08-2005

La muerte del rey Fahd bin Abdulaziz Al Saud

Por Luis Domingo Mendiola, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

La muerte del rey Fahd bin Abdulaziz Al Saud el 1 de agosto de 2005 es un hito histórico en la historia del reino de Arabia Saudita. Reinante desde junio de 1982, con el titulo de Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas, los 23 años que cubrió fueron de gigantescas transformaciones para el gran país árabe. Pasaron desde el segundo boom del petróleo, a inicios de los 1980, por el estancamiento posterior, a fines de dicha década, hasta el nuevo boom de los últimos cinco años, para llegar a la actual bonanza económica que puede considerarse ya sin precedentes. En ese periodo, una generación, el país más que duplico su población (más de 24 millones hoy) y su PBI superará este año la marca de los 240.000 millones de dólares (alrededor de 10.000 per capita). Es un verdadero logro, bajo cualquier standard.

En los 23 años transcurridos el reino debió enfrentar no pocos y graves desafíos: guerras externas, regionales y globales; crisis económicas y, recientemente, la eclosión del terrorismo. A pesar de todo ello, el reino de su sucesor, Abdallah, que gobernó de hecho durante los últimos seis años, por enfermedad del rey Fahd, se inicia auspiciosamente, dado que la sociedad y la economía saudita -e inevitablemente, también el régimen- se hallan en un proceso de cambios notables, la mayor parte de ellos, positivos.

El régimen institucional saudita es aun sólido y previsible. A pesar de sus peculiares características (monárquico absolutista; no representativo, ni menos aun, democrático; burocrático y estatista; dominado por criterios familiares y tribales; aun así, con una economía capitalista sustancialmente abierta y globalmente integrada) es posible predecir que el reinado que se inicia mantendrá la misma línea que corrió hasta ayer: alianza estratégica con EEUU; factor moderador, de equilibrio y abastecedor pleno en la materia energética; futuro ingreso (a fines de 2005) a la OMC; igualmente moderado en el difícil escenario regional y continuación de los cambios iniciados hace un quinquenio en materia social e institucional ("nacionalización" del trabajo, se le llama "saudizacion"; paulatina incorporación de nuevos factores, como las elecciones municipales y las del Consejo Legislativo) y -last but not least- sostenido crecimiento económico, gracias a los precios y la incrementada producción del crudo.

Sin embargo, a nadie puede escapar que no todo es color de rosa. Más bien, las amenazas son tan serias hoy como las recién ocurridas. A pesar de estar contenido, el terrorismo continuará siendo un peligro. Pero el problema mayor ni siquiera es ese. El real, sin duda capital, es cómo continuar -y acelerar- el cambio cultural de una sociedad aun distanciada de patrones relativamente aceptables. Lejos aun de haber incorporado a su creciente población al mundo laboral; mas lejos todavía, de superar siquiera mínimamente la cuestión pendiente de la mujer, grave si la hay; y sin un planteamiento concreto de la cuestión sucesoria -la mas difícil, sin duda- todos los ingentes logros pueden entrar en crisis.

Es decir: no es ni la eventual finitud del petróleo, aun muy lejana en el tiempo; ni la caída futura del precio de hoy -una fantasía imprevisible- ni el terrorismo interno, ni la inestabilidad política, lo que significan una mayor amenaza para Arabia Saudita, sino el no atinar a resolver adecuadamente los únicos dos asuntos realmente esenciales: En lo social y sobre todo, en lo cultural, el conflicto ya obvio entre tradición (no religión) y modernidad; y en lo político-institucional, la paulatina incorporación, con real poder de decisión incluido, de las nuevas clases medias, urbanas, sedentarias, alfabetizadas, con alto standard de consumo, al sistema político del reino. La cuestión sucesoria -por cierto no menor (Abdallah tiene 82 años; el nuevo Príncipe Heredero, Sultán, 78; el que lo sigue, Príncipe Naif, 76)- se inscribe en esta cuestión, pero no es ni la única ni la mas importante.

El reino concluido de Fahd deja una Arabia Saudita muy transformada, mucho más importante y por ende también más influyente como actor en el escenario mundial. El desafío para el Rey Abdallah y el régimen es afrontar estas cuestiones con decisión y lucidez.

 

07-2005

Somalia: un estado aún en vías de construcción

Por María Virginia Yapur, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio

Somalia es el único país en el mundo que no posee un Gobierno.

El filósofo político Thomas Hobbes señaló que "la vida es solitaria, pobre, peligrosa, brutal y corta", si no hay autoridad central. Pocos somalíes han oído de Hobbes pero la mayoría debe estar de acuerdo con su descripción.

Joseph Winter, Living in Somalia's Anarchy. BBC. 18/11/2004

El 1ro. de julio de 1960 el pueblo somalí celebraba la ansiada independencia. El 1º de julio de 2005, 45 años después, Somalia celebra su "Día Nacional" como un Estado colapsado por poderes regionales (los denominados warlords) (1), con estados auto-proclamados (2) que demuestran que la integridad territorial es un tema aún por resolver, un gobierno de transición que procura consolidarse, y un foco de conflicto en el Cuerno de África que amenaza con emular a la Zona de los Grandes Lagos o al oeste Áfricano.

Mucha bibliografía se ha ocupado de describir las razones que han llevado a la disgregación del Estado somalí y de cuales podrían ser las eventuales soluciones al conflicto. Sin embargo, a mediados de 2005 resta aún por realizar un reconto de los últimos episodios referentes al retorno de las autoridades somalíes a su tierra.

Durante los últimos 14 años, luego del derrocamiento del entonces Presidente Muhammad Siyad Barre en 1991, Somalia ha permanecido en un estado de anarquía absoluta, sin Gobierno funcional ni autoridad central. La guerra civil ha sido una característica de la realidad política somalí. Dicha situación de violencia se sustentó en dos pilares: por un lado, las rivalidades clánicas, y por el otro, el protagonismo creciente que fueron adquiriendo los caudillos regionales (localmente denominados warlords (3)), intentando cubrir el vacío de poder imperante.

En aras de arribar a una solución negociada, en el año 2000, en ocasión de la Conferencia de Djibouti, se eligió a Abdulkassim Salat Asan como Presidente. Se erigió un Gobierno de Transición, con poca maniobrabilidad política, que no logró una efectiva reconciliación entre las facciones en pugna.

En 2002 la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), grupo regional conformado por Djibouti, Eritrea; Etiopía, Kenya, Sudán, Uganda y Somalia, auspició las negociaciones tendientes a pacificar el país y a reconstruir la autoridad del Gobierno Central.

En enero de 2004 culminaron, con un acuerdo para instituir un Parlamento compuesto por 275 legisladores, los dos años de conversaciones en Kenya entre los representantes de los diversos clanes somalíes. El mismo fue inaugurado en agosto de 2004. Posteriormente, en octubre, el mencionado Poder de Estado, conformado por representantes de los cuatro mayores clanes (Dir, Isaac, Hawiye y Darod-conocidos colectivamente como Samaale) y grupos minoritarios, eligió un Presidente: Abddoullahi Yusuf, líder del clan Darod (al igual que el despuesto Siad Barre) y el Primer Jefe de Estado perteneciente a la región nordeste de Puntland (4).

Hacia finales de 2004 el jefe de Estado somalí configuró su Gabinete Ministerial, en el cual incluyó a numerosos caudillos locales. Asimismo, nombró como Primer Ministro a Alí Mohames Ghedi (perteneciente al clan Hawiye). De esa manera, quedó conformado el Gobierno de Transición Federal (TFG) en Nairobi. En junio de 2005 el Presidente Abdoullahi Yusuf regresó a su país, procurando por décimo cuarta vez restablecer el poder central legal y legítimo.

Contrariamente a lo fuera supuesto por la IGAD y la Comunidad Internacional, lejos de concretar un retorno pacífico y augurar una próspera era de paz, reorganización y reconciliación nacional, una vez en Somalia, resurgieron los conflictos tanto respecto de la determinación de la sede de Gobierno como por el ingreso de tropas desde países limítrofes para garantizar la seguridad la seguridad de movilidad de las autoridades locales.

Atento la grave situación de inseguridad que afecta Mogadishu, se decidió establecer como sede del Gobierno la ciudad de Jowhar, a 90 km. al norte de Somalia. Inmediatamente, se desató una disputa que dividió al Gabinete Ministerial. Por un lado, aquellos que confirmaron la decisión del Jefe de Estado y del Primer Ministro Mohamed Ali Ghedi, de instalar las instituciones gubernamentales en Jowhar.

Por el otro, unos 100 parlamentarios, encabezados por el Vocero del Parlamento Sharif Hassan Shaykh Adan, quienes se trasladaron a Mogadishu, insistiendo en que es en la capital donde debe residir la sede gubernamental. Se intentó un acercamiento entre las partes, a través de consultas en Yemen, las cuales culminaron sin una respuesta positiva.

Asimismo, debido a la grave situación de seguridad imperante en el país, el Presidente Yusuf requirió a la Unión Áfricana el despliegue de una Misión de Paz. La decisión desató una aireada oposición frente a la eventualintervención de efectivos provenientes de Djibouti, Etiopía y Kenya. Mientras que el Jefe de Estado somalí era proclive a una intervención de las fuerzas de paz en territorio local con el objetivo de frenar a las milicias armadas que obstaculizan el proceso de paz, el Vocero del Parlamento se negaba a concretar tal opción señalando que la presencia de esos efectivos no era necesaria.

A través de un comunicado radial el Primer Ministro Ghedi solicitó a los miembros disidentes a abandonar Mogadishu y a trasladarse a Jowhar. Asimismo, el jefe de Gobierno somalí advirtió a los legisladores rebeldes que el gobierno evaluaba el uso de la fuerza para confrontarlos. Por último, Ghedi los acusó de desestabilizar el proceso de paz (5). A tal punto se agravó la situación interna, que el 7 de julio de 2005 el Presidente convocó efectivos desde diversas partes del país a fin de brindar protección a su Gobierno.

Por otra parte, el Comité de Monitoreo del Proceso de Paz advirtió acerca de la gran cantidad de armas que estaban ingresando en Somalia, en abierta violación del embargo impuesto por Naciones Unidas en 1992 (6). Como se recordará, en un informe emitido en 2004 por la misma organización internacional, se denunció la participación de terceros países y se los responsabilizó de la continuación de la crisis somalí, a través de la provisión de armas, equipamiento, fondos o entrenamiento a las facciones rebeldes. Posteriormente, esos países cesaron su accionar acogiéndose a las iniciativas de paz desarrolladas en Nairobi.

Si bien es innegable que la constitución del TFG ha sido auspiciosa, pareciera que una vez más la anarquía está triunfando sobre los deseos de reconstrucción y reconciliación nacional. Actualmente, el país enfrenta el peligro de un nuevo estallido de violencia entre los diferentes grupos políticos. La reanudación de las hostilidades desembocaría en el eventual fracaso del proceso de paz. La realidad demuestra que el uso de armas como fórmula para dirimir las diferencias continúa vigente aún hoy en Somalia, en desmedro del diálogo en aras de entendimiento. Una vez más, el proceso de reconstrucción se encuentra en estado crítico.

El gran desafío para el presidente Yusuf será establecer bases de autoridad concretas que puedan suplir el vacío de poder de los últimos 14 años. Para ello, además de consolidar un cuerpo burocrático eficaz y asistir a una elite política dirigente idónea, deberá avocarse a la reconstrucción del Estado y a la reconciliación del pueblo somalí: respetando la integridad territorial, supliendo las necesidades básicas de su población, demostrando la capacidad de las autoridades locales para hacer respetar su soberanía nacional y organizando la centralización del poder legítimo de coerción. Es tiempo de concretar la segunda independencia somalí, sobre las bases de una solución pacífica y negociada, capaz de consolidar un orden legal y legítimo, un verdadero Estado con instituciones gubernamentales que contemplen las diferencias locales.

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(1) Celebration 45 years of independence with no real independence. Hiiraan Online: News and Information about Somalis. Editorial. 1/07/2005

(2) Luego del derrocamiento de Siad Barre en 1991, la región noroeste de Somalia (ex Protectorado británico) declaró unilateralmente su independencia, bao la denominación de Somaliland. Este territorio, cuya independencia no ha sido reconocida a nivel internacional, careció de conflictos, demostrando cierta estabilidad. Puntland declaró su independencia de Somalia en 1998

(3) También llamados "señores de la guerra"

(4) Crisis profile: is peace posible in Somalia? Reuters Foundation: alerting humanitarians to emergencies. 21/10/2004

(5) Who Hill stop Somalia´s warlords? The Nation. 29/06/2005. AllÁfrica.com

(6) Somalia: Monitoring Committe warns of rising tension. AllÁfrica.com. 07/07/2005