2 de julio de 2010

Sesión académica a cargo de Moreno Bertoldi, Encargado de la Unidad países del G20, FMI y G-Groups de la Dirección General para Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea

Por Ramón González

Moreno Bertoldi, Encargado de la Unidad Países del G20, el FMI, y el G-Groups de la Direccion General para Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea, participó de una sesión académica el 2 de julio de 2010 en el CARI sobre la falla del paradigma económico europeo y el nuevo modelo de crecimiento para el futuro. En la parte final de su intervención discutió el contexto internacional y los retos que enfrenta Europa, como el hecho que "no se puede desarrollar un nuevo modelo de crecimiento sin tener en cuenta lo que sucede en el resto del mundo".

El paradigma económico que dominó Europa y Occidente durante los últimos 30 años se caracteriza por seis puntos: la globalización, la desregulación, la privatización, la competencia, la innovación y las finanzas. El modelo ha variado entre los países, con los EE.UU. como probablemente su representante más puro. La privatización ha sido más importante en los ex países soviéticos del este de Europa, y el oeste de Europa siguió incorporando una fuerte dimensión de bienestar social. Pero en general, parecía ser el "paraíso encontrado" con la aceleración del crecimiento a través de los años noventa y los primeros de este siglo y una disminución de la desigualdad global. Sin embargo, hubo ganadores y perdedores en este modelo, con los ganadores siendo las mujeres, las economías emergentes y los ricos en las economías avanzadas y los perdedores siendo los trabajadores de baja calificación en las economías avanzadas, los países pobres y la protección del medio ambiente.

En los Estados Unidos, mientras que el quintil superior de la población, y sobre todo el porcentaje más rico, cosechó enormes recompensas por las mejoras en la productividad de los últimos 20 años, el ingreso medio no aumentó. En su lugar, apareció "un contrato social basado en la deuda" que ofreció un aumento del consumo junto con la promesa de aumento de capital en la propiedad como una alternativa al aumento de los ingresos. Al final, sin embargo, "esto fue insostenible". El fin sin gloria de este modelo vino por crecientes desequilibrios – un gran déficit de cuenta corriente en los EE.UU. impulsado por el aumento del endeudamiento de las familias y una política monetaria excesivamente fácil, y, por el otro lado, importantes e insostenibles superávits de cuenta corriente en algunas economías emergentes – junto con una sobre-dependencia de mercados financieros mal regulados que estaban desarrollando instrumentos financieros cada vez más complejos y tóxicos.

El modelo de crecimiento europeo no fue uniforme, pero tenía ciertas características comunes. La estabilidad económica, baja inflación y pequeños desequilibrios externos fueron rasgos compartidos. Mientras que el crecimiento europeo ha sido reducido desde los años 90, esto es "en parte debido al bajo crecimiento de la población. Si se compara el crecimiento de Europa en términos per cápita al de los EE.UU., la diferencia es muy pequeña". Además, los países europeos tienen desigualdades significativamente menores que en los EE.UU., particularmente en los países escandinavos, mayores protecciones para el medio ambiente y una mejor relación entre trabajo y ocio, o, en otras palabras, sus poblaciones cuentan con más días de vacaciones. Los puntos fuertes de Europa eran una industria sólida y resistente, sólidos balances en la mayoría de los países, redes de infraestructura más desarrolladas y un mejor y más barato sistema de salud que el de los EE.UU. Las deficiencias, sin embargo, eran muchas: protecciones laborales que redujeron la movilidad y como consecuencia, Europa no pudo aprovechar la reactivación de la productividad en los EE.UU. durante los años noventa; el aumento del costo del estado de bienestar y el rápido envejecimiento de la población; desequilibrios por cuenta corriente; caminos fiscales divergentes y la insuficiencia de la coordinación económica.

Recientemente, los problemas han puesto a Europa y a la estructura de su economía en crisis. Grecia e Irlanda están en camino de tener una deuda que alcanzará el 250% de su PBI en 2020, mientras que otros países de la periferia se encuentran en una posición mucho mejor. Si bien ha habido una tendencia positiva de convergencia en la UE, con países de la periferia disfrutando de un nivel de vida cada vez más alto y parecido al de los países del centro del continente, la tendencia subyacente "se realizó principalmente a través del auge de consumo pero sin el fortalecimiento de la productividad".  La falta de supervisión del presupuesto en Grecia le permitía realizar informes incorrectos sobre su deuda, un síntoma del problema más grande de la coordinación de políticas. Por último, un sector financiero fragmentado e insuficientemente regulado dejó a Europa en peligro de sufrir los problemas subprime de los EE.UU. mientras que los bancos en Asia y América Latina en gran parte escaparon ese daño.

En un mundo interdependiente ningún modelo de crecimiento puede tener éxito en el aislamiento

Moreno Bertoldi procedió a describir algunas características del nuevo modelo de crecimiento de Europa, el cual incluiría un crecimiento más equilibrado, tanto a nivel interno como internacional, una mayor regulación, menos desigualdades, y la idea de flexicurity – que significa la conjugación del modelo de bienestar con un mercado laboral más abierto. Ahora, sin embargo, la "casa está ardiendo y tenemos que jugar el papel de los bomberos" contra los riesgos de la deuda soberana. Pero cambios de política serán necesarios. Por un lado, debe haber un retorno a una mayor disciplina presupuestaria y un fortalecimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el acuerdo de la UE que limita el tamaño de déficit y deuda que los países puedan mantener. Aunque el acuerdo ha sido criticado en algunos sectores por no ser lo suficientemente sólido, la UE saldrá de esta crisis con una deuda muy inferior a la de los EE.UU. y Japón. Una importante lección de los fracasos durante la crisis económica es que la supervisión no tiene que ver sólo con los excedentes del gobierno sino también con la composición de la economía, la productividad de todos los sectores y el crecimiento. Por ejemplo, España tuvo superávit presupuestario por años que fueron logrados en el auge de la industria de la construcción. Sin embargo, cuando se derrumbe el sector de la construcción que representa el 18% del PBI, el gobierno tendrá problemas fiscales por bien que manejase el resto de sus ingresos. En el futuro, "no podemos dejar que el punto de vista fiscal oscurezca el resto de la economía", dijo el Sr. Bertoldi.

La Comisión Europea ha publicado recientemente los objetivos para Europa en el año 2020. Esa visión incluye un aumento de la tasa de empleo de la población de 20 a 64 años de 69% a 75%, la dedicación del 3% del PBI a investigación y desarrollo, una reducción de las emisiones de carbono al menos en un 20% respecto a los niveles de 1990 y alcanzar que un 20% de la energía provenga de recursos renovables. En combinación con la educación y la lucha contra la pobreza, estas previsiones, según el funcionario de la Comisión Europea, podrían aumentar el potencial de crecimiento del PBI a más de 2%.

Sin embargo, "en un mundo interdependiente, ningún modelo de crecimiento puede tener éxito en el aislamiento". La buena noticia es que la recuperación económica global está dirigida por un nuevo crecimiento del comercio, y "el crecimiento europeo tendrá que tener en cuenta el desarrollo de las economías emergentes". Moreno Bertoldi aplaudió el trabajo del G20 para la protección del libre comercio frente de los instintos proteccionistas que una crisis podría disparar. Por último, concluyó su presentación reiterando que el nuevo modelo europeo tardará años en desarrollarse y sin duda será diferente de la visión que él presentó, aunque confía en que contará con algunos de los rasgos que han sido identificados.

No se puede desarrollar un nuevo modelo de crecimiento sin tener en cuenta lo que sucede en el resto del mundo

En la sesión de preguntas, aclaró dudas sobre el polémico ajuste fiscal iniciado recientemente por la UE. Se trata de un error constante, señaló, pero la situación fiscal de la UE en 2010 seguirá siendo expansiva. Los ajustes en el año 2011 son relativamente leves y representan menos del 0.5% del PBI. Aunque el ajuste fiscal debe empezar a más tardar en 2011, en algunos países que enfrentan grandes desafíos deben comenzar ahora, y es lo que la mayoría de ellos está haciendo. Mientras que reconoce que la UE tiene problemas, rechaza la predicción común en la prensa de que la Unión fracasará, creyendo que los factores subyacentes a la zona de la UE – los beneficios de la moneda única y la integración – son fuertes. A la luz de la reciente reunión del G20 y las propuestas europeas para un impuesto bancario, el Sr. Bertoldi dio su opinión personal de que un impuesto sobre las transacciones financieras "requeriría un ejecutor mundial que no existe y corre el riesgo de generar muchas distorsiones". Aunque en principio se podría prever un apoyo a esta medida, cree que sus problemas técnicos son demasiado grandes.

Antonio Estrany y Gendre cerró la discusión, agradeciendo a Moreno Bertoldi por su presentación y sus generosas y precisas respuestas a las preguntas sobre un tema tan importante para la economía mundial y resaltó la importancia de contar con un funcionario de la Comisión Europea que pusiera tanto énfasis en el crecimiento del comercio como instrumento de la recuperación, en especial en el momento en que se estaban llevando a cabo las negociaciones comerciales entre la UE y el Mercosur.

Moreno BertoldiEncargado de Unidad en la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros, graduado en análisis y política económica de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Paris y en economía y ciencias sociales de la Universidad Luigi Bocconi de Milán, inició su carrera en la Comisión Europea como administrador en la Dirección General de Coordinación para Políticas Estructurales y en la Dirección General para Relaciones Exteriores. Fue investigador visitante en el Instituto de Asuntos Monetarios Internacionales en Tokio, Japón y en la Agencia de Planeamiento Económico en el Instituto de Investigación en Economía de la misma ciudad. Se desempeñó como consejero para la Delegación de la Comisión Europea en Japón y en la Delegación en Estados Unidos como jefe de la sección política y económica y luego como consejero en economía y finanzas. Antes de ocupar el puesto actual dentro de la Dirección de Asuntos Económicos y Financieros trabajó como economista senior de la Comisión Europea en Bruselas