26 de mayo de 2010

Sesión académica a cargo de Arturo O'Connell, miembro del Directorio del Banco Central de la República Argentina

Por Sofía Chico

Recién llegado de la reunión de Viceministros de Finanzas y representantes de Bancos Centrales del G20 realizada en Berlín, Arturo O'Connell disertó en la sede del CARI sobre el Gobierno de la Economía Mundial y el rol de este bloque de países. Lo acompañaban Antonio Estrany y Gendre, Vicepresidente del CARI y Fernando Petrella, director del Grupo de Trabajo sobre el G20, también de esta casa.

Tras la presentación, a cargo de Estrany y Gendre, O'Connell inauguró la conferencia realizando un análisis de las características del Gobierno de la Economía Mundial.

Como primer rasgo señaló la existencia de "distintas instancias de tentativas de Gobierno", que se distinguen por su nivel de formalización y por el grado de participación directa de los Gobiernos nacionales de los países que las integran.

Estas instancias van desde instituciones altamente formalizadas –como las de Bretton Woods- hasta los Comités de Basilea y emprendimientos privados, como las agrupaciones profesionales de contadores o de mercados de valores, ejemplos de los cuales es la International Organization of Securities Commissions (IOSCO).

Las instancias de menor institucionalización integran lo que O'Connell llama el Shadow Regulatory System, es decir, un sistema regulatorio de la actividad financiera que está por fuera de los Gobiernos o de las asociaciones de bancos.

Como segunda particularidad, el disertante se refirió al déficit democrático de la arquitectura financiera internacional, que viene acompañado de cierta unilateralidad en las instituciones que la conforman.

Un claro ejemplo de esto es el sistema de votación del FMI, donde determinadas decisiones, como la emisión de DEGs (Derechos Especiales de Giro) o el cambio de cuotas, requieren un 85% de votos positivos para ser aprobadas. Los Estados Unidos tienen un 17% de los votos, por lo que detentan el poder de veto. También suele imponerse el llamado G10, que concentra más del 50% de los votos.

En el caso de las instancias de carácter privado, este déficit democrático se percibe en la falta de una representación universal.

Otra manifestación de este fenómeno es la ineficiencia del sistema financiero internacional, ilustrado por ejemplo, por los desequilibrios globales del Balance de Pagos: el G8 no logró resolver esta problemática por excluir a China, un actor clave en la materia. Esta dificultad motivó las reuniones del G20, que comenzaron siendo de carácter técnico, a nivel de Ministros de Finanzas.

El sistema económico mundial actual se caracteriza por una tensión entre lo global y lo nacional

Lo cierto es que los mercados financieros no funcionan correctamente, por tratarse de transacciones de un poder de compra a cambio de una promesa. Por esto es que requieren una intervención pública específica y, dado que estos mercados se han internacionalizado, esa intervención debe ser multilateral y global.

Es este punto el que explica el origen de foros u organismos como el G20, que se han creado a partir de diversas crisis. En el caso de este último, se inició en 1998 a nivel de Ministros de Finanzas buscando una respuesta a las crisis asiática y rusa, y luego, la reunión en Washington de 2008 abrió una nueva etapa, dándole una jerarquía no prevista, muy vinculada a la crisis actual.

Una tercera característica identificada del sistema económico mundial es la "tensión entre lo global y lo nacional", atribuible a toda instancia multilateral. Por un lado existe la necesidad de establecer un level playing field (normas comunes de arbitraje) al que deben sujetarse los Gobiernos de los países miembros de la institución para lograr cierta paridad entre sus normas; por el otro lado, estos Gobiernos poseen estructuras financieras propias, que configuran un bagaje de experiencias e intereses nacionales diferenciados unos de otros.

Como ejemplo se refirió a la propuesta de cobrar un impuesto a las transacciones bancarias, presentada al FMI, que serviría de compensación a los grandes montos de recursos dedicados al salvataje de los sistemas financieros. Australia y Canadá, que no padecieron crisis bancaria, se niegan a imponer una nueva carga a los bancos, argumentando que sus sistemas de supervisión han sido lo suficientemente rigurosos.

Sumado a todas estas dificultades, se han planteado dudas sobre la representatividad del G20. Algunas voces exigen que los temas de este foro se traten en el seno de las Naciones Unidas, donde hay una participación a nivel global. Otros actores, como la Argentina y Brasil, reclaman la intervención de la Organización Internacional del Trabajo, por la importancia que ha cobrado la reforma del mercado laboral.

No obstante las críticas, se han dado avances significativos en lo que a representatividad se refiere. Por ejemplo, los llamados BRICs fueron invitados a la Cumbre del G8 en L'Aquila (2009); y la Cumbre de Pittsburgh (2009) consolidó y consagró al G20, con el respaldo de los Estados Unidos, evitando así un retorno al G7 o un giro hacia el G2. Otro progreso, en la construcción de normativa financiera, ha sido la incorporación del G20 al Financial Stability Board – Consejo de Estabilidad Financiera (anteriormente denominado Financial Stability Forum), agencia que tiene la función de coordinar la regulación del mercado y las cuentas contables con el fin de detectar riesgos macroeconómicos.

El futuro del G20 estará ligado a la evolución de la crisis financiera que, si bien hoy parece ser solamente un problema europeo, esconde una complejidad mucho mayor

Como cuarto factor se observa la falta de un secretariado, lo que ha llevado a depositar este rol en el FMI. No obstante, señaló, se está avanzando en la formalización de algún mecanismo de coordinación.

Con todo, destacó O'Connell, el G20 ha logrado mantener un fluido debate e intercambio de información entre sus miembros, lo que constituye un gran mérito frente a los fracasos de anteriores intentos.

Como describió el expositor, la estructura del G20 consta de una jerarquía formal, constituida por las cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno, una Presidencia (que actualmente recae en Corea), una Troika, formada por el actual Presidente, el anterior y el sucesor y la reunión de Presidentes de Bancos Centrales y Ministros de Finanzas o similares.

Junto a esta estructura formal existen los Grupos de Trabajo, integrados por funcionarios de las áreas técnicas correspondientes.

En paralelo, se observa el surgimiento de muy variadas instancias, lo que impone la necesidad de coordinar mejor el trabajo. Es el caso de las reuniones de sherpas y de Ministros vinculadas a los nuevos temas como reforma laboral, alimentos, subsidios a la energía y cambio climático.

Seguidamente, se hizo referencia a los temas que dominan la agenda del G20 en la actualidad, a saber:

- La necesidad de un "Marco para el Crecimiento Fuerte, Sostenible y Equilibrado", tal como enuncia la Cumbre de Pittsburgh.

En esa reunión se decidió que los países compartirán las proyecciones sobre la evolución de sus economías nacionales para los próximos cinco años. En base a esa información, el FMI realizará una proyección sobre el posible escenario mundial.

Por otro lado, a mediados de 2009, cuando aún no se vislumbraba una salida a la crisis de la economía real, se comenzó a debatir sobre las llamadas Exit Strategies, es decir que los países deberían transmitir cuáles serían los pasos a seguir para desmantelar las medidas extraordinarias en los terrenos fiscal, monetario y de apoyo al sistema bancario.

También se menciona la importancia de incluir al sector privado no-financiero y transmitirle confianza. Este sector está realizando grandes esfuerzos de desendeudamiento, ya que en sus abultadas deudas parece haber tenido origen la actual crisis. Se habla entonces de un déficit de demanda global y se configura un doble rol de los Gobiernos: por un lado, deben brindar apoyo al sector financiero para evitar su derrumbe; por el otro lado, deben demostrar al sector no financiero que no quitarán el elemento de demanda.

En la reunión de Berlín se puso el acento en la necesidad de una consolidación fiscal de todos los países (no sólo de aquellos que están hoy en dificultades), para evitar una gran crisis de confiabilidad. Esta reducción del déficit y de la demanda podría ser compensada con el auge y crecimiento de los países en desarrollo como China, India y los de América Latina, es decir, que esta parte del mundo tendría la carga de sostener el nivel de actividad económica, algo que no parece ser factible desde el punto de vista cuantitativo.

- Reforma Financiera: es el Financial Stability Board (Consejo de Estabilidad Financiera) el que lleva la voz cantante en esta temática.

En este punto se ha acentuado aquella tensión entre lo nacional y lo global, dificultando la posibilidad de alcanzar acuerdos. Además, se percibe una tendencia al unilateralismo: los Estados Unidos han avanzado en una reforma financiera –que fue aprobada por el Senado- muy acorde a sus características nacionales, sin esperar el establecimiento de un conjunto de normas comunes (level playing field); por su parte, Alemania avanzó con la prohibición de operaciones de futuros en determinados mercados. De todas formas, y a pesar de las grandes discrepancias en la Unión Europea, se busca dar cierta unidad a la Zona Euro.

También se reflexiona sobre la reforma del Sistema Monetario Internacional, en particular, sobre el rol de los DEGs y la posibilidad de crear una nueva moneda de reserva internacional. Se sostiene que los desequilibrios globales están vinculados a la libertad que tiene Estados Unidos de mantener el déficit, atribución que no tenía bajo el patrón oro.

- Reforma de las instituciones financieras internacionales (en especial de Bretton Woods): este tema es tratado tanto en el FMI como en los Grupos de Trabajo del G20 y la discusión se concentra en los recursos y el poder de voto, así como en las políticas de cada una de las instituciones.

Otros temas que integran la agenda financiera internacional son las Redes de Seguridad Financiera (Financial Safety Net), pobreza y desarrollo, inclusión financiera, y subsidios a la energía.

A modo de conclusión, O'Connell reflexionó acerca del futuro del G20, el cual, sostuvo, estará ligado a la evolución de la crisis financiera que, si bien hoy parece ser solamente un problema europeo, esconde una complejidad mucho mayor.

Arturo O'ConnellEs licenciado en Ciencias Matemáticas de la Universidad de Buenos Aires y realizó estudios de posgrado en economía en la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña. Profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Representación en Buenos Aires de la Universidad de Bolonia. Desde agosto de 2003 es Miembro del Directorio del Banco Central de la República Argentina. Anteriormente, fue Director de la Maestría en Integración Económica con especial referencia al Mercosur en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Buenos Aires y, también fue co-Director del Centro de Economía Internacional (CEI) y del proyecto PRIPE, ambos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina. Previamente, fue Secretario General para toda la región latinoamericana de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Ha sido investigador y enseñado en varias universidades y centros de Argentina, otros países de América Latina y en Europa. Consultor de Instituciones Internacionales como la CEPAL, UNCTAD y la OEA. Ha escrito y publicado sobre asuntos referidos a Deuda Externa, Finanzas Internacionales, Economía Argentina e Historia Económica en el siglo XX