18 de septiembre de 2020

Sesión académica organizada por el Comité de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano del CARI

Por María Florencia Avena, Voluntaria de la Secretaría de Comunicación

Dos expertos de la agenda ambiental europea reflexionaron sobre las estrategias de mitigación del cambio climático que han implementado en sus países y recomendaron posibles pasos a seguir a sus colegas argentinos, en una nueva sesión académica virtual a cargo del Comité de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano. El evento contó con la presencia de su directora, la Embajadora Elsa Kelly y del ingeniero Pablo Bereciartua, que saludaron en dos lenguas a los presentes en la mañana del 18 de septiembre.

El primer invitado a exponer fue Jim W. Hall, profesor de Riesgos Ambientales y Climáticos en la Universidad de Oxford y director de Investigación en la Escuela de Geografía y Medio Ambiente. Es miembro del Consejo Británico del Primer Ministro para la Ciencia y la Tecnología y también es consejero en la Comisión Nacional de Infraestructura de ese país. Es reconocido internacionalmente por sus contribuciones en el análisis de riesgos ambientales y estrategias de adaptación.

En segundo lugar expuso Anders Wijkman, presidente de la junta de gobierno de EIT Climate-KIC. Sirvió al Parlamento europeo y al sueco, su país de origen. Fue director de Políticas de la UNDP. Copresidió el Club de Roma entre 2012 y 2018, es presidente de la Asociación Sueca de Industrias Recicladoras y miembro de la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional (SIDA). Se doctoró en la Universidad Linköping en 2011.

Bereciartua ofreció una breve presentación de los fenómenos climáticos que atraviesa la Argentina actualmente, a partir del análisis de imágenes satelitales extraídas de Google Earth. Hizo hincapié en cuatro: el derretimiento de hielos, que se ha podido estudiar desde las bases de la Antártida; en el otro extremo territorial citó las sequías de la región de Cuyo; hacia el norte señaló el alto grado de deforestación en provincias como Chaco; luego, describió "la situación de fragilidad de los ecosistemas" en el área mesopotámica y destacó la importancia de preservar "uno de los principales cuerpos de agua de nuestro territorio". Finalmente, repasó algunas inversiones históricas en infraestructura y expectante de la experiencia europea se preguntó: "¿cómo podemos emprender políticas públicas que preserven el medio ambiente y a su vez impliquen desarrollo económico? ¿Está evolucionando la gobernanza democrática para convivir con el cambio climático? Y por último, ¿la pandemia ha sido un disparador para la rápida implementación de una agenda ambiental?"

Hall, por su parte, cubrió dos tópicos. En primer lugar, desarrolló las estrategias de adaptación al cambio climático que ha implementado el gobierno del Reino Unido. Luego, reveló cómo han generado, desde el Comité Independiente de Adaptación al Cambio Climático, el conocimiento para informarlas tanto al gobierno como a los potenciales inversores. Reconoció que las políticas en esta materia llevaban ya varios años y que incluso algunas bases se remontaban al gobierno de Margaret Thatcher. Sin embargo, contó que el verdadero punto de partida había sido el Acta de Cambio Climático de 2008, cuando el Parlamento discutió la mitigación del cambio climático y fijó metas de cara al 2050. Explicó que desde ese momento, el Comité había sido creado para controlar el cumplimiento de dichas metas y para actualizar la información de los riesgos climáticos cada cinco años, "un punto fundamental para establecer prioridades a la hora de crear una estrategia". El especialista señaló el desarrollo del Programa de Adaptación Nacional que, según el profesor, obligaba a los inversores de los sectores de energía e infraestructura a presentar un reporte de los pasos que estaban siguiendo en la adaptación al cambio climático. Hall advirtió que en la práctica, el acta del Parlamento significó una ventaja porque le dio un marco legal al debate: "los políticos van y vienen y la legislación ha sido un asunto al que en mayor o menor medida pueden atender, pero nunca ignorar". Confesó que la adaptación era difícil de medir, por eso en los sectores productivos mayormente implicados como la infraestructura, el transporte y la energía, se vuelve indispensable una regulación estricta. Para cerrar, presentó un análisis sobre los riesgos del sistema de transporte de la Argentina, a partir de estadísticas fluviales y pluviales, que tuvo en cuenta redes ferroviarias, puertos, aeropuertos, puentes y carreteras. En este sentido, sugirió algunas opciones de adaptación y el impacto económico que reflejarían. "Las políticas de adaptación son caras", señaló, pero insistió en que si se hacía una comparación de costo-beneficio, las estrategias son rentables tanto en términos de los riesgos climáticos (porque se podrían evitar, por ejemplo, inundaciones) como económicos, ya que se podrían crear nuevos mercados si se toman "decisiones inteligentes".

Por su parte, Wijkman reconoció la fortaleza regulatoria del Reino Unido y reveló que la legislación de su país estaba inspirada en la de Londres. En primer lugar, señaló que desde los años 70 y 80 había empezado a involucrarse en el debate y que la falta de concientización de la sociedad había constituido un obstáculo. Sostuvo que no fue hasta octubre de 2019 que esta situación dio un giro, cuando cambió la administración de la Comisión Europea. La nueva conducción publicó el llamado Green Deal, "un proyecto que pone todo en su lugar", de acuerdo al doctor, al señalar que retomaba las discusiones que se venían planteando desde hacía décadas y que básicamente situaba al problema del cambio climático como una emergencia: "se trata de repensar el uso eficiente de materiales en industrias con más emisiones como el transporte, la energía y las industrias; y de una nueva mirada sobre la agricultura".

Como todo proyecto pensado para este año, la agenda ambiental no puede escapar a la pandemia. En este sentido, Wijkman informó a la audiencia del recovery package que ha desarrollado la Unión Europea para contener el impacto social y económico del COVID-19. "La pandemia nos ha demostrado la importancia de actuar antes y nos ha enseñado a actuar rápido", reflexionó. Así, resaltó que se han renovado las metas para la mitigación del cambio climático, finalmente, optimistas: "se pretenden reducir en un 55% las emisiones para el 2030" dijo, entre otros objetivos. Planteó la necesidad de repensar la agricultura en la Unión Europea y enfatizó en las recurrentes inundaciones de la región. Por otro lado, sostuvo que era imprescindible fomentar estas agendas en los países en desarrollo y aconsejarlos a la hora de invertir en energías verdes, sobre todo en aquellos que registran crecimiento de su población. Destacó que la cooperación es fundamental para las cadenas de valor globales y señaló: "nadie debe ser excluido".