Autor: Carlos Pérez Aquino, Miembro del Comité de Estudios de Asuntos Africanos, de los Países Árabes y Oriente Medio, Buenos Aires, julio de 2006

Es un escenario que ya parece clásico de nuestros tiempos. Las luchas étnicas mezclan los orígenes raciales con la disputa por los escasos recursos. El resultado son las matanzas, los desplazamientos masivos, la miseria, y una variedad de atrocidades.

El nacimiento de Sudan como nación independiente dejó como secuela el enfrentamiento entre el norte y el sur. Siguieron veinte años de luchas por el agua y la tierra entre grupos identificados por ellos mismos como "Africanos" o "Árabes". Al agua y la tierra se le sumaron asuntos relacionados con el manejo del poder, el rol de la religión en el estado y autodeterminación. Pastores contra granjeros, rebeldes contra el gobierno dieron lugar a todo tipo de violaciones a los derechos más elementales. Dos grupos enfrentaron al gobierno, el Ejército/Movimiento Sudanés de Liberación Nacional y el Movimiento Justicia e Igualdad.

Distintas iniciativas intentaron resolver el conflicto. El Protocolo Machakos fue el resultado de esos esfuerzos en los que se logró la firma de todas las partes y acuerdo en asuntos elementales para la paz tales como, principios para la gobernabilidad, procesos de transición y estructuras de gobierno, así como el derecho a la autodeterminación del pueblo del Sur de Sudán, el estado y la religión.

Pero la paz no llegó a todo Sudán. Finalizó la guerra civil en enero de 2005 pero la violencia irrumpió en Darfur. Con decenas de miles de muertos y 1.8 millones de desplazados, este conflicto escala día a día. Las atrocidades que tuvieron lugar en Darfur fueron definidas como genocidio. Nada menos que el entonces Secretario de Estado de los EEUU, Grl. Colin Powell es quien utiliza esta definición al referirse a la acción de las milicias janjaweed en contra de las aldeas no árabes.

El esfuerzo de la comunidad internacional comenzó a articular su respuesta empezando a nivel regional. La Organización de la Unión Áfricana tomó la delantera en estas iniciativas haciéndose cargo del control del cese del fuego y de los acuerdos para la ayuda humanitaria. La AMIS (Áfrican Union Mission in Sudan) con alrededor de 7000 hombres fue desplegada en Darfur. La ONU y las ONG comenzaron con la ayuda humanitaria y con el control y registro de aquellos que cometieran actos contra los derechos humanos, con el objetivo de aplicar sanciones y llevar a juicio a los responsables. La Unión Europea, por su parte, aporta casi dos tercios del sostenimiento de la AMIS a través del Fondo Paz Áfricana.

Ahora un nuevo desafío se plantea. Una misión de la Unión Áfricana debió liderar un proceso con el objetivo de obtener la paz antes del 30 de Abril, lo obtuvo el 5 de mayo. Surge entonces la necesidad de respaldar y reemplazar a la OUA en la operación efectiva de la seguridad en Darfur. La AMIS tiene un mandato que vence el 30 de Septiembre, fecha a partir de la cual debería hacerse cargo una fuerza de la ONU. Sin embargo la cooperación local es difícil de asegurar.

Muchas son las dudas que esta transición plantea. En principio si bien se dice que la nueva fuerza tendrá una "fuerte participación y carácter africano" es indudable la necesidad del aporte de otros "estados miembros contribuyentes". La intención del Secretario General de la ONU es reemplazar la fuerza de los 7.000 efectivos actuales a una de 20.000 "con un alto nivel de entrenamiento y equipamiento". No son muchos los países dispuestos a comprometer tropas en el África en la que se encuentran ya desplegadas 7 fuerzas de paz.

Para salvar el desfasaje que se produciría entre la fuerza de OUA y la fuerza de ONU hay quienes proponen el despliegue de una fuerza "puente" con tropas OTAN. Esta fuerza debería estar en capacidad de desplegar y tomar el comando y control de la operación hasta tanto se complete la transición.

A los desafíos planteados se le agrega la volatilidad de la situación en Chad que complica y acelera los tiempos.

Hay quien dice que las atrocidades que vemos son problemas solo africanos que requieren soluciones solo africanas. Esto que es evidentemente insostenible requiere respuestas y acciones completas y complejas. Esta es una brillante oportunidad para evaluar la voluntad de la comunidad internacional de participar enérgica y efectivamente en la solución de los problemas africanos.