4 al 7 de mayo de 2015

Ciclo de Conferencias sobre los desafíos que enfrenta la Argentina frente al cambio climático y las negociaciones preparatorias para la Conferencia de las Partes (COP21), organizado por el Comité de Estudios Ambientales

Por Gonzalo Casais y Pilar Castillo

El cambio climático en la Argentina

Por Gonzalo Casais, 4 de mayo de 2015

El lunes 4 de mayo el Dr. Vicente Barros dio comienzo al Ciclo de Conferencias sobre los desafíos que enfrenta la Argentina frente al cambio climático y las negociaciones preparatorias para la Conferencia de las Partes (COP21), organizado por el Comité de Estudios Ambientales.

En esta primera sesión académica, expuso el caso argentino y como se ve afectado por el cambio climático.

Barros comenzó aclarando que sus fuentes de información fueron la preparación para la tercera comunicación nacional del clima, el quinto informe del IPCC e investigación propia. De esta forma, elaboró un cuadro de los cambios en los últimos 50 años en la Argentina.

En primer lugar, se refirió a un aumento generalizado de las temperaturas en el territorio argentino, especialmente en la Patagonia y en el Noroeste. Sin embargo, en promedio, este aumento fue solo de 0,5ºC, menor al promedio mundial y mucho menor al promedio continental, por lo cual sostuvo que la Argentina no ha sido tan perjudicada por el cambio climático. Barros señaló que el cambio se nota más en los extremos; por lo cual las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas. Solamente en Buenos Aires causaron un aumento en la mortalidad de cuatro veces el desvío estándar en meses de verano y hubo un total de entre 3.000 y 4.000 muertes en las olas de calor del período 2013-2014.

A continuación el meteorólogo expuso sobre los cambios proyectados a mediano y largo plazo con dos escenarios de emisiones, moderado y mayores. A mediano y corto plazo, es decir, entre el 2021 y 2040 se espera un aumento de entre 0,5ºC y 1ºC sin importar el escenario de emisiones. No obstante, hizo notar que en un futuro lejano (2081-2100) un escenario de emisiones mayores habría un aumento de 3,5ºC contrastado a un escenario de emisiones moderadas de un aumento mucho menor. En estos escenarios, Barros recalcó que el territorio argentino, con excepción del Noroeste, sería beneficiado en promedio contra el resto del mundo.

Uno de los problemas que enfrenta la Argentina, según el investigador, se encuentra en la Región Andina. La isoterma de 0ºC, la línea que marca la posibilidad de existencia de glaciares o no, explicó Barros, ha ido ascendiendo unos 180 metros de 1950 a 2010. Esto marca una reducción notable de los glaciares. En un futuro cercano ascendería hasta 250 metros y, en un futuro lejano, 500 metros. En este sentido, Barros sostuvo que las consecuencias van más allá del paisaje y refieren tanto al reservorio de agua necesario para los cultivos como a las inundaciones que el drenado conlleva. Las medidas necesarias para enfrentar estas consecuencias, sostuvo Barros, son un riego más tecnológico e infraestructura para almacenar el agua que escurre en invierno.

A su vez, el doctor indagó sobre los efectos del calentamiento global en las precipitaciones. Sobre este tema mencionó un aumento en toda la zona no patagónica que ha sido un beneficio ya que permite expandir la frontera agropecuaria por el corrimiento de la isoyeta hacia el oeste. Asimismo sostuvo que 30 de los 100 millones de toneladas de aumento de granos entre los años 1980 y 2010 fueron gracias al cambio climático. Sin embargo, en los extremos hubo un gran aumento de cantidad de lluvias que superan los 100mm: de dos a cinco casos por década, y en aumento.

Mucha gente piensa que la Argentina no es responsable, […] pero los países en desarrollo ya emiten lo mismo que los desarrollados

Con respecto al quinto informe del IPCC, el investigador se centró en las emisiones de dióxido de carbono. Aclaró que estas emisiones son las que más contribuyen al calentamiento global y remarcó que los países de ingreso medio alto ya tienen las mismas emisiones que los países desarrollados. Asimismo, remarcó que "mucha gente piensa que la Argentina no es responsable, […] pero los países en desarrollo ya emiten lo mismo que los desarrollados". Esto genera una tensión según Barros, ya que "somos importantes emisores y no podemos solucionar el problema porque atenta con el desarrollo". Aquí el expositor mencionó una relación entre PBI per cápita y energía per cápita donde, en los países en desarrollo ambos aumentan en paralelo; sin embargo esto no sucede en los países desarrollados ya que ellos aumentan el PBI con servicios y bienes que consumen menos energía.

Posteriormente, el profesor trató los casos de China y Estados Unidos que juntos suman el 40% de las emisiones globales. Por los cual, "sin el acuerdo de China y de Estados Unidos es poco lo que el resto del mundo puede hacer". Si bien Estados Unidos ha declarado que para el 2025 bajaría un 27% sus emisiones, China ha dicho que planea llegar a su pico de emisiones para el 2030. Esto, si se cumple, llevaría a sobrepasar el aumento de 2ºC para el 2030, según el especialista. Ahora bien, las alternativas que exploró Barros fueron la revisión del acuerdo antes de 2030 y la inversión en recapturación de emisiones, particularmente la reforestación.

Los compromisos no deberían asustar, Argentina tiene oportunidades por encima de muchos países

El doctor Barros concluyó sosteniendo que, si bien Argentina solo emite el 0,7% del total de emisiones mundiales, emite más que varios países desarrollados. En caso de que Argentina deba cumplir algún compromiso, debe buscar una mayor eficiencia en la energía, el manejo de basura y los edificios y el transporte. Asimismo, sostuvo que "los compromisos no deberían asustar, Argentina tiene oportunidades por encima de muchos países" haciendo referencia a las oportunidades que brindan la forestación, los biocombustibles y el cambio de uso de petróleo por gas.

Vicente BarrosLicenciado en Ciencias Meteorológicas graduado en la Universidad de Buenos Aires, con Master en Ciencia en la Meteorología por la Universidad de Michigan y Doctorado en la Universidad de Buenos Aires. Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, estuvo a cargo de la cátedra de Climatología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y en la Universidad del Litoral. Fue meteorólogo de la Central de Análisis del Servicio Meteorológico Nacional y fue contratado para dirigir el programa "Preservación del Ambiente en la Zona de Puerto Madryn" en el Centro Nacional Patagónico. Recibió, entre otros, el Premio Houssay a la Trayectoria en Ciencias de la Tierra, del Agua y de la Atmósfera del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Ha publicado trabajos sobre la cuestión climática, muchos de ellos en revistas científicas internacionales. Actualmente, es Socio Fundador del Centro Argentino de Meteorólogos e Investigador Superior en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Asimismo, es miembro de la Asociación Geofísica Mexicana y Miembro del Comité Ejecutivo del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC)

Perspectivas energéticas frente al cambio climático

Por Pilar Castillo, 5 de mayo de 2015

El segundo orador del Ciclo de Conferencias "Rumbo a París" fue el economista Alieto Guadagni, quien comenzó su exposición con una referencia al informe Stern. Este es el primer informe que hace un análisis económico de la ecuación costo-beneficio de controlar el cambio climático. Los resultados de este cálculo muestran que el costo de no controlar el cambio climático es de 5 puntos porcentuales anuales del PBI mundial, mientras que el costo de entrar en acción es del 1% del PBI mundial.

A pesar de que los beneficios de controlar el cambio climático superan a los costos, Guadagni sostuvo que la solución no es tan evidente porque "el costo de la mitigación alguien lo paga; en cambio, el beneficio está diluido porque forma parte de una externalidad". En otras palabras, la opción de adoptar políticas que controlen el cambio climático implica la existencia de perdedores y ganadores. De cualquier manera, el economista explicó que, para alcanzar una solución, la lógica de libre mercado es insuficiente. Por lo tanto, la intervención del Estado es necesaria; tanto con el sistema de precios, impuestos y subsidios como con las regulaciones cuantitativas.

Hoy en día existe un falso dilema que se plantea en la sociedad: "o seguimos creciendo económicamente a todo costo para reducir la pobreza o cuidamos al planeta". Guadagni sostuvo que esta afirmación no es correcta ya que no son mutuamente excluyentes: puede haber crecimiento económico sin seguir agraviando al planeta.

La contaminación "en los países con ingresos altos son 15 toneladas por habitante, en los países de ingreso medio son 5 toneladas por habitante y en los de ingreso bajo son 2 toneladas por habitante. Pero los países de ingresos altos son el 15% de la población, o sea que ese 15% es responsable en gran parte de la contaminación

En cuanto a las negociaciones, el experto introdujo uno de los mayores problemas que impide la materialización de las soluciones: los países contaminantes del pasado no son los mismos que los del futuro. Los responsables de la contaminación del pasado son los países centrales mientras que los principales y potenciales contaminadores son los países emergentes. Dos tercios de las emisiones ya realizadas son responsabilidad de tan solo el 15% de la población, que son los países ricos. Sin embargo, Guadagni anticipó que el 90% de las potenciales emisiones corresponden a los países emergentes. Los grandes países industrializados han dejado de emitir con esta intensidad por dos razones: (1) porque crecen mucho menos, y (2) porque el grueso del crecimiento de los países desarrollados viene dado por la producción de servicios, y los servicios consumen menos energía que los bienes.

Sin embargo, Guadagni indicó que existen importantes diferencias entre los países industrializados. Los países que firmaron el protocolo de Kioto redujeron las emisiones energéticas en cifras significativas. Con respecto al año 1990 redujeron las emisiones, en promedio, un 14%, liderados por los países europeos. Pero, "¿por qué Estados Unidos contamina por habitante el doble que Europa?" se preguntó Guadagni. A esto respondió: "La explicación es estrictamente económica. Los precios de los combustibles en Europa son el doble o el triple que en Estados Unidos. Esto es para los que creen que el sistema de precios es inocente en todo esto". Luego, explicó que el sistema europeo está basado en el ferrocarril público, en transportes públicos, en urbanismo concentrado, poca dispersión, una ecuación de transporte más equilibrada. Asimismo, los europeos, después de la crisis de la OPEP de 1973 empezaron a aumentar los impuestos al combustible, al petróleo y al gas para ir reduciendo el consumo y alterando la matriz de consumo.

Con respecto a los prospectos futuros, Guadagni analizó varias estadísticas de la Agencia Internacional de Energía y del Departamento de Energía de los Estados Unidos. "Lo interesante", comentó, "es que la Agencia no hace predicciones sobre la base de cartas de intención sino que hace predicciones sobre la base de comportamientos efectivos y decisiones concretas. Entonces, se estima que las emisiones del 2040 van a estar un 46% arriba de la actualidad", señaló. Continuó afirmando que "van a subir las emisiones del petróleo, las del gas y las del carbón. Es alentador pensar que la energía nuclear va a expandirse más que las otras, que las renovables van a expandirse más que las no renovables, pero las otras también se van a expandir". A partir de este panorama, el expositor argumentó en contra de aquellos que creen que este problema se resuelve automáticamente por la teoría del peak oil. Cada año, la economía aporta más reservas de lo que consume y eso produce, evidentemente, un crecimiento en las reservas. Por lo tanto, el orador sostuvo que no es cierto que las emisiones decrecerán por el mero agotamiento de las reservas.

Según la Agencia Internacional de Energía, si queremos vivir tranquilos, en el 2035 tenemos que estar consumiendo mucho menos que hoy a pesar que en el 2035 la economía mundial sea probablemente el doble que ahora

A continuación, el economista pasó a revisar las soluciones: "se nos está pidiendo que emitamos menos dióxido de carbono por consumo de energía en un mundo que está creciendo. O el mundo no crece o se da una revolución tecnológica que resuelva esta ecuación". Guadagni dijo que ya hay cálculos hechos: "la inversión en fósiles debería bajar un 16% y en no fósiles debería subir, pero la clave es la eficiencia energética. En eficiencia energética estamos gastando 8 trillones de dólares pero habría que gastar 13,5 trillones o, en otras palabras, debería aumentar un 70% la inversión". El experto señaló que el sector más dinámico en expansión debería ser el de la eficiencia energética que incluye industria, edificios, transporte y toda la energía que se conoce para reducir el consumo de energía por unidad de producto. La buena noticia, comentó Guadagni, es que hay una aceptación de la urgencia del problema del cambio climático y los líderes políticos están tomando actitudes proactivas como, por ejemplo, Obama. Sin embargo, hay muchos sectores que son perdedores en la ecuación y, por lo tanto, se oponen, como los republicanos.

Asimismo, el expositor continuó enunciando las medidas que deben tomarse respecto al límite de los dos grados centígrados. Principalmente, la conservación y eficiencia en la industria del transporte, de edificios y de planeamiento urbano. Desde el punto de vista de la política fiscal, los instrumentos son impuestos a las emisiones, las cuotas y medidas en favor de la eliminación de las energías fósiles o subsidios a las energías limpias. La Agencia Internacional de Energía afirma que es necesario un tributo a la emisión de dióxido de carbono de aproximadamente 16 dólares por barril de petróleo. Esto implicaría una reducción significativa en las rentas del petróleo. Este tipo de impuesto abre toda una ventana de discusiones porque hay preguntas centrales: ¿quién lo cobra: el que lo produce o el que lo consume?, y ¿cómo se reparte el nuevo costo fiscal entre los productores y entre los consumidores? Sin embargo, es muy difícil pensar un cambio en la matriz energética si no hay un mecanismo que exija tributar a los que contaminan y genere recursos para subsidiar a los que no contaminan.

En Argentina, el gran candidato es el fortalecimiento del transporte ferroviario. Un tren transporta 21 veces más toneladas de carbón por hp que el camión. En Canadá, Estados Unidos y en Europa, el 60% de la carga es ferroviaria, mientras que en la Argentina solo el 10%

Por último, Guadagni analizó el rol de Argentina en este contexto. La Argentina está en una excelente situación para hacer una buena propuesta porque ha sido tan contaminante en los últimos 10 años que ahora es fácil ser no contaminante. De cada 100 kilovatios nuevos que se produjeron entre 2003 y 2014, 96 fueron contaminantes y 4 fueron limpios, lo cual significó que entre 2004 y 2013 subieran un 70% las emisiones de CO2. Al finalizar, el doctor afirmó que "las soluciones son claras: inversiones en obras hidroeléctricas y centrales nucleares pero licitadas con la mejor tecnología y oferta competitiva, la modernización tecnológica del transporte público, la modernización del ferrocarril de carga, la industria automotriz y después hay que entrar en una área de carácter más municipal y provincial que son las normas de edificación y usar los instrumentos de política económica", señaló el economista.

Alieto GuadagniEconomista graduado en la Universidad de Buenos Aires, con estudios de postgrado en la Universidad de Chile y Doctorado en la Universidad de California Berkeley. Fellow en las Universidades de Chicago, Yale y el MIT. Fue profesor en las Universidades de Buenos Aires, Católica Argentina y de Bologna. Enseñó Relaciones Económicas Internacionales en los cursos del Instituto Ortega y Gasset y en diversos programas del Banco Interamericano de Desarrollo. En la Argentina tuvo a su cargo las carteras de Recursos Hídricos, Energía, Relaciones Económicas Internacionales e Industria, Comercio y Minería. Fue Embajador de la República Argentina en Brasil. Ha sido Representante de la Argentina y los países del Cono Sur de América en el Directorio del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional. En la actualidad es consejero del Instituto Di Tella y profesor de los cursos de postgrado de la Universidad Torcuato di Tella

Resultados de la vigésima Conferencia de las Partes (COP 20) en Lima y perspectivas para la COP21 en París

Por Gonzalo Casais, 7 de mayo de 2015

El jueves 7 de mayo el Embajador Raúl Estrada Oyuela dictó la tercer y última sesión académica del Ciclo de Conferencias sobre los desafíos que enfrenta la Argentina frente al cambio climático y las negociaciones preparatorias para la próxima Conferencia de las Partes (COP21). En este marco, el doctor expuso sobre el extenso proceso de negociaciones previas a la COP21 en París y sus perspectivas para la próxima conferencia de las partes.

El Embajador dio comienzo a la exposición con una frase: "la clave del acuerdo es esta expresión: ‘Intended nationally determined contributions’" (contribuciones previstas, determinadas a nivel nacional) que refiere a las contribuciones elaboradas por los propios países pero que no son obligatorias legalmente. A continuación, caracterizó al contexto político en el cual se encuadra la COP21 en París. En este sentido, sostuvo que existe una tendencia a pensar que primero mitiguen los otros países y después el propio. Asimismo, el Embajador estipuló que la política mata a la ciencia, es decir, que sin voluntad política no se va a llevar a cabo ningún acuerdo y un ejemplo de esto es la Ronda de Doha de la OMC actualmente congelada. A continuación pasó a detallar las posiciones de los grandes emisores y la negativa a aceptar que los niveles de responsabilidades han cambiado.

La clave del acuerdo es esta expresión "Intended nationally determined contributions

El expositor continuó exponiendo sobre la convención que es básicamente el marco de la negociación. Lo importante de la negociación se centra en que se negocian medidas que van a afectar a la competitividad de la economía de cada estado y que, por lo tanto, hace falta un consenso sobre las medidas a aplicar. Estrada Oyuela especificó que el objetivo de esta convención, como todas las anteriores al cambio climático, es controlar el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero para que no tengan un efecto negativo sobre el medio ambiente. Asimismo, definió otro problema dentro de la convención, el distinguir entre países desarrollados, países en desarrollo y estados en transición y sus correspondientes obligaciones. En 1992, explicó el Embajador, se elaboró una lista de los países desarrollados que tenían la obligación de volver en el año 2000 al nivel de emisiones de 1990 y de financiar y transferir tecnologías a países menos desarrollados. Dentro de este marco, el doctor comparó el proceso de negociación con el juego de la oca, según el cual hay un paso para adelante y luego uno para atrás. Hechos como la decisión de Bush de retirarse del Protocolo de Kioto y las sucesivas instancias en 2001, 2004, 2005 y 2007 ilustran su perspectiva.

Siguiendo este proceso de negociación, el Embajador se detuvo en la Convención de Copenhague de 2009. Señaló que, si bien fue un fracaso y no se arribó a ningún tratado, sí quedaron promesas de mitigación y un objetivo de no subir más de 2ºC la temperatura global. Asimismo, el embajador advirtió que las promesas de mitigación eran en su mayoría condicionales y por debajo de las proyecciones de crecimiento. En este marco sucede un incidente donde la Argentina primero presenta una propuesta y luego la retira.

A continuación, Estrada Oyuela pasó a analizar dos reuniones más productivas que la de Copenhague, que fueron la de Cancún y la de Durban, donde se restablece el diálogo diplomático para llegar a un acuerdo y se plantea una meta procesal. Esta meta procesal es un instrumento jurídico con fuerza legal que debería ser aprobado en 2015 y que entrar en vigor en 2020. De modo similar, continuó el Embajador, en Doha se discute una reforma del Protocolo de Kioto y resulta en la aprobación de un segundo período de compromisos. Sin embargo, solo es ratificado por 28 países de los cuales solo Noruega tenía compromisos efectivos al proponerse la reducción del 18% de las emisiones. Luego, el orador señaló que, en la 19º Convención de las Partes en Varsovia, se buscó el financiamiento de tecnología para los países en desarrollo y la elaboración de un mecanismo de pérdida y daño por el cambio climático. A esto debe agregarse, según el Embajador, la presentación de nuevas contribuciones previstas determinadas a nivel nacional pero que no son ni compromisos ni promesas. A continuación el profesor hizo mención a la Declaración Conjunta de China y Estados Unidos donde Washington buscaría reducir las emisiones en 2025 en un 25% con respecto a los niveles de 2005 y Beijing sostuvo que el pico de sus emisiones sería en el año 2030.

En la última Convención de las Partes en Lima se siguieron las consultas, ya que no se había llegado a ningún acuerdo, señaló el Embajador. En esta misma instancia se adoptó el "Llamado de Lima para la Acción Climática" y se anexó el documento que no se adoptó. Asimismo, se invitó a presentar más contribuciones previstas determinadas a nivel nacional pero, como destacó Estrada Oyuela, todavía se desconoce la naturaleza jurídica de estas declaraciones.

A continuación, el Embajador hizo una breve mención sobre el precio del carbono. Es decir, cómo cobrar o hacer imponible el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero.

En relación a la próxima COP21 en París, el doctor recalcó ciertos temas aún controversiales, principalmente, la indefinición sobre las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional en tanto que "no se sabe a ciencia cierta a qué quedan obligadas las partes". Asimismo, otro dilema para el Embajador es el futuro del acuerdo sobre los principios de las responsabilidades que tiene cada país sobre las emisiones.

Finalmente, el Embajador Estrada Oyuela clarificó la posición y la situación de la Argentina frente a la próxima Conferencia de las Partes. Empíricamente, la Argentina emite 10 toneladas de gases de efecto invernadero por persona, lo cual es mucho mayor a otros países. Asimismo, el profesor sostuvo que el calentamiento global no es un tema que se discuta en nuestra agenda política. Argentina es renuente a asignarle un precio al carbono y a tomar nota del problema de la explotación agrícola, la cual, siendo la principal actividad económica del país, causa más de un cuarto de la emisión total de gases de efecto invernadero.

Raúl Estrada OyuelaEmbajador y abogado graduado en la Universidad de Buenos Aires. Fue Embajador de la República Argentina en China. Fue Director General de la Unidad Medio Ambiente y Representante Especial para Negociaciones Ambientales Internacionales de la Cancillería Argentina. Presidió las negociaciones y posteriores reuniones del Protocolo de Kioto y actualmente integra el Comité de Cumplimiento del mismo. Participó en las reuniones del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Ha dictado clases sobre cambio climático en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Es Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador y dicta clases de postgrado en la Universidad Católica Argentina. Ex Presidente de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente