18 de abril de 2013

Seminario organizado conjuntamente por el Comité de Asuntos Asiáticos, el Comité de Asuntos Latinoamericanos y el Comité de Estados Unidos

Por Soledad Altrudi

El jueves 18 de abril de 2013 el CARI ofreció un seminario sobre la geopolítica del Trans-Pacific Partnership (TPP) y algunas lecturas regionales de este acuerdo que, si es concluido de acuerdo a su propuesta actual, podría eliminar aranceles y barreras no arancelarias al comercio y las inversiones entre las partes, y servir de modelo para un acuerdo comercial futuro entre los miembros del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y, potencialmente, otros países. Los expositores que participaron fueron Félix Peña, Juan Miguel Massot, Ricardo Lagorio, Norberto Pontiroli y Carola Ramón.

La apertura del encuentro vino de la mano de Félix Peña, Director del Comité de Asuntos Latinoamericanos del CARI,  quien abordó el primer punto de la reunión: la relevancia del TPP en el nuevo escenario internacional. Peña explicó que el TPP es un mega acuerdo que es parte de una iniciativa de alcance geopolítico evidente, compuesta no sólo por el TPP sino también por el Trans-Atlantic Trade and Invetment Partnership (TATIP) y que tiene incidencia en nuestra región. En primer lugar, retomando a Pascal Lamy, señaló que el TPP expresa el retorno de la geopolítica y la política del poder a la mesa de negociaciones, así como también el regreso de China al escenario internacional. En segundo lugar, se refirió a la agenda del TPP y destacó su carácter innovador en materia de propiedad intelectual, además de otros temas de última generación. De las reuniones del TPP ha trascendido que las negociaciones están trabadas en los temas sensibles tradicionales (textiles, alimentos, autopartes, etc.), y que esta situación puede llevar a que eventualmente el acuerdo fracase o sea atenuado en sus ambiciones.

Posteriormente, Juan Miguel Massot, coordinador del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI, abordó la economía política del TPP. Primero destacó el rol central de la geopolítica en el TPP y el hecho de que parte de un diagnóstico realista del rol de China en el balance internacional de poder mundial. Manifestó que el TPP representa un cierto "movimiento de pinzas" en los aspectos geopolítico-militar y comercial-económico de la región más dinámica del mundo y muestra hacia donde se está moviendo el pivot internacional.

Posteriormente, comentó algunas hipótesis que se manejan a la hora de interpretar estos acuerdos ambiciosos. En principio, la más evidente es la que plantea un eventual conflicto entre China y los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XXI debido a que los problemas internos y de equilibrio regional de China podrían llevar a su dirigencia militar y política a tomar otra mirada sobre el mundo, y, a su vez, Estados Unidos podría interpretar este desafío como una amenaza externa. Este planteo sugiere que los intereses y desafíos que comparten y enfrentan China y los Estados Unidos conducen a la conflagración de ambos sistemas que se requieren mutuamente. Asimismo, Massot lo analiza como un mero acuerdo comercial amplio que busca imponer reglas a países poco proclives a la economía de mercado (como los países del sudeste asiático) y arrinconar a China al quedar fuera del TPP. Una segunda lectura interpreta que Estados Unidos está priorizando acuerdos más cooperativos y no competitivos con China. Por último, una tercera hipótesis considera innecesario plantear dicha conflagración debido a la brecha tecnológica y económica entre los dos países.

La falta de adecuación de algunos elementos económicos a los principios democráticos y a la experiencia histórica plantea cuestiones fundamentales que pueden traducirse en trabas operativas al momento de firmar y, luego de firmados, en reclamos y violencia de algunos sectores

Por otro lado, Massot indicó ciertos conceptos y cosmovisiones controversiales en las que abreva el TPP. Particularmente, explicó que ciertos aspectos comerciales y normas de esta iniciativa, planteadas de forma atemporal y universal, podrían entrar en conflicto al momento de ser instrumentadas operativamente y enfrentar resistencias difíciles de administrar por los países parte de estos tratados. Por esto, advirtió que: "La falta de adecuación de algunos elementos económicos a los principios democráticos y a la experiencia histórica plantea cuestiones fundamentales que pueden traducirse en trabas operativas al momento de firmar y, luego de firmados, en reclamos y violencia de algunos sectores".

Por último, Massot señaló las implicancias del TPP para nuestro país desde un rol periférico, y sostuvo que ante esta reconfiguración mundial, aún cuando la iniciativa del TPP pueda tener debilidades operativas, la Argentina debe pensar una acción pragmática en función de sus intereses.

A continuación, Ricardo Lagorio, miembro del Comité de Estados Unidos del CARI, expuso sobre el TPP y los Estados Unidos. Lo primero que el Embajador destacó fue que estamos ante una nueva etapa de configuración de poder, emergencias, retrocesos y mantenimientos que generan transformaciones institucionales. Además, aclaró que China, en realidad, no es un país emergente y resaltó la importancia de aprender a des-occidentalizar la mirada del mundo.

También explicó que el interés de los Estados Unidos por el Pacífico y su presencia allí no son algo novedoso, sino que es histórica. En este sentido, y para dar cuenta de la visión actual de este país sobre el TPP, Lagorio analizó una serie de documentos oficiales (National Security Strategy, 2010; State of the Union, 2012; el discurso de Hillary Clinton en Honolulu, 2011) a partir de los cuales extrajo algunas conclusiones. Al principio, el TPP sólo era mencionado brevemente como un medio para profundizar las relaciones con los países emergentes y sostener un papel en la estructura regional multilateral. Más adelante, el presidente Barack Obama mencionó el acuerdo (nuevamente para fomentar las exportaciones americanas y nivel el rol de los mercados emergentes en Asia) pero a la par delTATIP. No obstante, precisó que el punto más avanzado de la postura de los Estados Unidos fue abordado por la ex Secretaria de Estado, al afirmar que claramente el centro de gravedad económico-estratégico en el siglo XXI será el Asia Pacífico. En este punto Lagorio se extendió y analizó la posición norteamericana en tanto arquitecto-diseñador-ingeniero del sistema internacional: "A partir de lo que se hizo con Europa, Estados Unidos tiene un modelo para replicar en Asia Pacífico. Sigue habiendo una percepción de que este país puede seguir siendo el arquitecto del sistema". Queda claro, entonces, que Estados Unidos va a involucrarse en el diseño de una estructura estratégica, económica y política en este nuevo hemisferio emergente y del cual este Estado también es un miembro geográfico. Por lo tanto, Estados Unidos jugará desde sus dos dimensiones, la pacífica y la atlántica. En palabras del Embajador: "el debate y desafío estará en la estabilidad y gobernanza de los dos esquemas y cómo estos se aproximarán para evitar la trampa de Tucídides y no generar temor por el ascenso o la globalización de China, para pensar en buscar la cooperación".

El debate y desafío estará en la estabilidad y gobernanza de los dos esquemas (Pacífico y Altántico) y cómo estos se aproximarán para evitar la trampa de Tucídides y no generar temor por el ascenso o la globalización de China, para pensar en buscar la cooperación

El seminario continuó con la participación de Norberto Pontiroli, coordinador del Comité de Asuntos Latinoamericanos del CARI, quien abordó la cuestión de las implicancias del TPP para Latinoamérica. Primero analizó la participación latinoamericana en el TPP a través de los actores directamente involucrados, es decir, México, Perú y Chile. Estos tres países cuentan con una estructura de política comercial externa significativamente similar en términos de los acuerdos de libre comercio (TLC) que tienen firmados cada uno de ellos con Estados Unidos y con las principales economías desarrolladas del Asia Pacífico (Japón, Singapur y Corea, en algunos casos). Además, estos tres países junto con Colombia han creado recientemente la Alianza del Pacífico, uno de los mecanismos de integración regional de lo más innovador en la región y que tiene como eje una clara proyección hacia el Pacífico, lo cual les permite sumar masa crítica en la búsqueda de dicha proyección estratégica. Por lo tanto, concluyó que "el TPP es el proyecto más ambicioso en términos de negociación económica internacional desde Doha, más allá de los riesgos y oportunidades que plantea"; y entonces, estos actores latinoamericanos poseen una herramienta que podría ayudarlos a ganar peso específico a la hora de negociar en el marco del TPP con los grandes actores económicos asiáticos.

Seguidamente, Pontiroli hizo hincapié en los países sudamericanos no involucrados en el TPP, es decir, los miembros del Mercosur. Explicó que el inventario de acuerdos económicos extra-regionales de este bloque es reducido (Israel, Palestina, India y Sudáfrica) y denota una visión más estratégico-política que comercial. Añadió que esto se debe a que probablemente no sea lo más adecuado para el Mercosur firmar TLCs con el mismo patrón con que lo han hecho los países latinoamericanos del pacífico, particularmente porque en Argentina y Brasil, los principales socios, existe un entramado industrial con peso importante sobre el PBI y el mercado de empleo. No obstante, agregó que es válido preguntarse si esto es razón suficiente como para permanecer alejado de los puntos neurálgicos de las ambiciosas negociaciones actuales, sobre todo teniendo en cuenta que no se están desarrollando nuevas negociaciones con otros socios extra-regionales.

Otro de los puntos que Pontiroli puso en relieve fue el hecho de que cada vez es más evidente una fractura entre los patrones de inserción en la economía internacional por parte de los países latinoamericanos, divididos entre un modelo atlántico y otro pacífico, en rasgos generales. Pese a esto, destacó que Uruguay (miembro del Mercosur) ha demostrado interés en participar como miembro observador y que Brasil ha incrementado su nivel de diálogo con Perú y sus proyectos de infraestructura con miras a obtener una mayor porción de las oportunidades económicas que surgen en el Pacífico.

Para concluir, subrayó también los cuestionamientos a la transparencia con que se han desarrollado ya las quince rondas de negociaciones del TPP: "Esta falta de transparencia a la hora de negociar representa el riesgo de que grandes intereses transnacionales secuestren estas negociaciones, por lo que es necesario seguir el proceso de cerca y encontrar una agenda de investigación para ello", sostuvo.

Esta falta de transparencia a la hora de negociar representa el riesgo de que grandes intereses transnacionales secuestren estas negociaciones, por lo que es necesario seguir el proceso de cerca y encontrar una agenda de investigación para ello

Finalmente, la última expositora fue Carola Ramón, miembro del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI, quién analizó las percepciones asiáticas del TPP. Comenzó aclarando que referirse al TPP es hablar de Asia y de la ausencia de China; "es esta ausencia lo que caracteriza al TPP, así como su crecimiento define los lineamientos del acuerdo", afirmó. Otra característica que lo define es la participación de Estados Unidos, un país que está trabajando seriamente en su estrategia de pivot en Asia, así como la de contrapeso y contención a China. Así, Ramón indicó que el TPP representa un nuevo obstáculo en las ya poco dinámicas relaciones entre China, Corea y Japón, quienes hace diez años intentaron dar forma a un Acuerdo de Libre Comercio. Resaltó que esto no es una cuestión menor, dado que el 90%del PBI del Este asiático y el 20% del PBI mundial está concentrado en esos tres países.

A continuación, abordó el pensamiento chino ante el TPP en base a ciertas declaraciones. Ramón extrajo que China entiende que esta estrategia de contención representa una interferencia y disminuye la efectividad regional de la integración del este asiático, además de diluir y reducir la influencia china en el área, y complementó planteando que este hecho puede ser leído como una especie de "confrontación suave" desde los Estados Unidos.

Asimismo, sostuvo que esta configuración de la situación también se explica por la desconfianza histórica entre China y muchos de sus vecinos, razón por la que este país, desde su ingreso en la OMC, ha firmado tratados de libre comercio con varios países de la región en pos de reducir dicho sentido de amenaza o desconfianza latente. La ambivalencia que manifiestan algunos países de la región para con China también se aprecia en las disputas territoriales en el Mar del Sur de China: "estas provocaciones son utilizadas por algunos países de Asia (que dependen fuertemente de China en lo económico) para aprovechar la presencia de los Estados Unidos y crear tensión en una región por la que pasa el 50% de la carga marítima mundial", indicó.

Ramón también comentó la perspectiva de otros países asiáticos: Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda. En el caso de Japón, el TPP es útil para cimentar sus relaciones con los Estados Unidos y para mejorar su posición a la hora de negociar el TLC con China y Corea. Si bien esta participación es buena desde el punto de vista económico, se presenta un severo problema con el lobby agrícola. Corea del Sur, por su parte, ya ha firmado TLC con prácticamente todos los países del TPP (excepto con Nueva Zelanda) por lo que si bien no tiene un gran incentivo económico en la participación, sí tiene un gran incentivo en un sentido político: no quieren quedar por fuera de las negociaciones y, debido a la situación que se vive en la península, resulta conveniente estar a favor de la estrategia estadounidense. Por último, las controversias en Nueva Zelanda se plantean desde el sector agrícola y desde la propiedad intelectual, además de la cuestión del secretismo. No obstante, es un hecho que Nueva Zelanda entiende que necesita ser parte de este acuerdo, que es leído como una pieza en el rompecabezas mayor de la integración de Asia Pacífico en general.

Finalmente, la expositora analizó las debilidades y fortalezas del TPP, así como las del Regional Comprehensive Economic Partnership (acuerdo entre los países de la ASEAN más otros seis países) que se plantea como alternativa al primero. En el primer caso, se mencionó que el punto débil del TPP es que tiene estándares muy altos que desincentivan la participación de algunos países en desarrollo. Además, es una negociación que se da en términos y condiciones americanas, y tiene puntos que generan controversias (patentes, resolución conflictos de inversión, participación empresas estatales, cuestión agrícola, secretismo, etc.). El punto fuerte es que la ausencia de China permite a los países vinculados utilizar el TPP como herramienta para disminuir la dependencia respecto de dicho país.

En el caso del RCEP, la debilidad es que tiene a China como centro y líder del proceso de integración, hecho que despierta ciertos temores. A su vez, la principal ventaja es que representa una alternativa para integrar a los sectores más débiles del Asia. Esto también le permite a China (la segunda economía mundial y también un país con muchos problemas de desarrollo por enfrentar) desarrollar una estrategia de empatía y de seducción para con estos países puesto que, en definitiva, comparte los mismos desafíos.