14 de octubre de 2010

Sesión académica a cargo de Wolfgang Thierse, Vicepresidente del Parlamento Alemán

Por Maximiliano Pérez Toews

El Vicepresidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, comenzó su disertación en el CARI, disculpándose por no hablar español. Según señaló, esto se debe a sus tiempos en la República Democrática Alemana (RDA), ya que no podía abandonar el país, cosa que "tuvo consecuencias aun hasta hoy".

Thierse contextualizó sus palabras en la celebración del vigésimo aniversario de la unidad de Alemania. "El 3 de octubre de 1990 los alemanes alcanzaban el sueño deseado por décadas de derribar en forma pacífica la división y vivir, después de más de 40 años, en un país unificado, social, democrático y de derecho". Remarcó que el sentimiento de alegría y agradecimiento que tuvo, junto a otros millones en ese momento, perduran aún en él y es que "el día de la unificación no fue un mero regalo, sino el costoso resultado de una revolución pacífica, la primera en su tipo en la historia del pueblo alemán". Recordó que ya había habido otras revoluciones en Alemania, pero ninguna que transcurriera sin el derramamiento de sangre y a la vez fuera exitosa. La describió como una "revolución con velas y rezos", acompañada con simpatía por toda Europa y el resto del mundo, y como "un milagro histórico".

De acuerdo al relato del Vicepresidente del Parlamento alemán, a fines del verano y en otoño de 1989, los alemanes orientales demostraron, por medio de crecientes manifestaciones semanales en Leipzig y otras ciudades, que habían perdido el miedo, "que es la mitad del poder de una dictadura", y a la vez habían reencontrado su palabra y su coraje. "Nosotros somos el pueblo", gritaban los manifestantes, y ese grito era extracto de una consciencia de sí mismos que despertaba y que crecía sabiendo que juntos se podía cambiar algo. Se refirió a una pancarta que se podía ver en Leipzig en el otoño de 1989 que expresaba ese sentimiento: "Ahora o nunca, libertad y democracia". Admitió que así lo sintió él y que el recuerdo aun hoy lo moviliza profundamente.

Según Thierse, el levantamiento civil de 1989 tuvo mucho apoyo en la misma RDA por parte de militantes y grupos opositores, cuyo coraje e inteligencia eran muy grandes y respetables, mientras que su número era muy reducido. Las libertades básicas, la preservación del medio ambiente, la democracia y los derechos humanos eran los temas, objetivos y valores de la oposición. Los militantes quisieron impulsar primero una reforma de la RDA y tuvieron que soportar la vigilancia y medidas de disuasión por parte de la Stasi, el servicio secreto de la RDA, así como arrestos y persecuciones. Se organizaron tempranamente bajo la protección de las iglesias.

De entre los militantes surgieron en 1989 los fundadores de distintas iniciativas políticas y partidos. Algunos de ellos ocuparon en 1990 cargos políticos, otros se quedaron después del 3 de octubre de 1990 en la política o trabajando para instituciones políticas, otros le dieron la espalda al gobierno y se unieron nuevamente a organizaciones civiles o no gubernamentales. "El coraje civil no se hecha a perder, de eso estoy convencido –aseguró Thierse- ya que hombres y mujeres valientes, de grupos de militantes o religiosos, de movimientos pacifistas o feministas en la RDA, aun son honrados y respetados 20 años más tarde; hicieron visible la podredumbre de la dictadura y, con su ejemplo, llevaron a muchas personas a pensar, repensar y tomar coraje".

El día de la unificación no fue un mero regalo, sino el costoso resultado de una revolución pacífica, la primera en su tipo en la historia del pueblo alemán

Para Thierse, el éxito de la revolución pacífica de en la RDA necesitó de precursores históricos y de la combinación de diversos hechos, resultados y fuerzas. Mencionó la importancia de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa; los disidentes rusos desde Andrei Sakharov y Alexander Solchenisky; la Carta 77 de Checoslovaquia; destacó al político Vaclav Havel, cuyo libro ("Versuch, in der Warheit zu leben", como se llamó en alemán) fue su principal lectura política en la RDA; el Papa polaco Karol Wojtyla y su visita de 1979 a Varsovia; hizo hincapié en la fuerza, la resistencia y el coraje disciplinado del movimiento opositor polaco Solidarnosc hasta su grandioso descubrimiento de la Mesa Redonda; la inteligencia de los comunistas reformistas de Hungría que abrieron la frontera; y la Perestroika de Mijaíl Gorbachov, de quien dijo que aun hoy le parecía un milagro que no hubiese indicado la intervención del ejército rojo contra los manifestantes de la RDA. Señaló que la revolución necesitó también del desastre económico y moral del partido comunista de la RDA (SED), del coraje civil de los grupos opositores y de la desilusión de los ciudadanos de la RDA, que los llevó a superar el miedo, y, finalmente, del manejo de políticos occidentales, desde Helmut Kohl hasta George Bush padre. "Recién en el encuentro de estas condiciones funcionó y se hizo visible que la raison d'etre de la RDA estaba desgastada y destruida", sentenció.

"La RDA nunca tuvo una identidad nacional, sino una razón de existencia política y de poder como pilar del imperio soviético –explicó Thierse- cuyos fundamentos precarios e inestables se nutrieron por el antifascismo después de la Segunda Guerra Mundial y, luego, por la ideología marxista leninista". También desde el punto de vista de la SED, la RDA se justificaba sólo como alternativa a la capitalista República Federal de Alemania (RFA). "Pero donde la ideología ya no es creída, donde la brecha entre el compromiso ideológico y la realidad vivida ya no se puede zanjar y donde el puesto de avanzada política se vuelve innecesario, ahí se quiebra la base del tan defendido Estado, por lo que el colapso revolucionario fue la consecuencia y la revolución pacífica fue posible".

Lo que inspiró a los ciudadanos de la RDA, y que en cierto modo fue contagioso, fue el brote vivido por millones de coraje civil, fantasía, creatividad y gracia, indicó Thierse. "No confiaban en que podíamos hacer algo así; nosotros, alemanes orientales, que tras 40 años de RDA nos consideraban pequeños, grises, feos y cobardes". Comentó que la confianza en sí mismos liberó energías impensadas y les permitió tomar en sus manos las cuestiones sociales y políticas y que la sociedad civil -hasta ese momento atomizada- se organizó. Nuevos grupos con iniciativas se fundaron y asumieron responsabilidades políticas en los barrios, las ciudades y el Estado. Y muchos, pertenecientes a la antigua política, fueron perdiendo paulatinamente sus cargos. Surgieron en esa fase revolucionaria Mesas Redondas con motivo de las preguntas más urgentes y la participación de todos los grupos ciudadanos. También el panorama de los partidos políticos se modificó radicalmente. Él mismo recordó haberse sumado en 1989 al movimiento ciudadano Neues Forum (Nuevo Foro) y en enero de 1990 al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), refundado por los ciudadanos en la RDA. Cinco meses después fue elegido como presidente del partido.

Thierse aseguró que la legitimación democrática formal de las demandas de los manifestantes fue el 18 de marzo de 1990, el día que se realizaron las primeras elecciones parlamentarias en Alemania oriental. Ese día se eligió la décima Volkskammer (Cámara del Pueblo), el último Parlamento de la RDA. "Tras 6 décadas y dos dictaduras muy distintas, los alemanes orientales pudieron influir sobre la elección de sus figuras políticas de manera democrática –enfatizó- y lo que eligieron es conocido: la democracia parlamentaria y la unidad alemana".

Trajo a colación entonces una anécdota personal. Comentó que su padre no pudo participar nunca en toda su vida de una elección libre. El 31 de enero de 1933 alcanzó la edad para votar y un día antes Hitler había tomado el poder. Murió una semana antes del 18 de marzo, antes de la primera elección libre de su vida. "Así de largas eran las dictaduras en Alemania".

Para Thierse, las elecciones del 18 de marzo de 1990 marcaron una bisagra; culminaron con la fase revolucionaria y comenzaron con la fase parlamentaria. "De movimientos surgieron partidos, ciudadanos que votaban por primera vez se convirtieron en diputados, secretarios de estado y ministros; años antes nunca me hubiese imaginado estar en un parlamento democrático; fue la realización de un sueño muy político".

El Vicepresidente del Parlamento alemán describió a la décima Volkskammer como una escuela de la democracia y, a la vez, un parlamento de trabajo. "Nosotros, los parlamentarios, poníamos en práctica como podíamos -pero de manera muy entusiasta- las reglas de juego y los caminos de la democracia, enfrentándonos a una gran cantidad de problemas. Un sistema de gobierno parlamentario tenía que ser puesto en marcha para hacer que el nuevo Estado fuese capaz de actuar. La política tenía que ganar legitimidad en un país cuya economía estaba colapsando, cuyas necesidades eran muy difíciles de cubrir y cuya población amenazaba con migrar hacia la parte occidental. Tras 6 meses la Volkskammer tuvo tiempo de preparar la unificación de ambos Estados elegida por la mayoría del pueblo. La necesidad de reglamentación era muy grande. Entre las tareas políticas más difíciles se encontraban la unión económica, de moneda y social, la equiparación de derechos y una tarea muy especial: la desarticulación de la Stasi". Thierse contó que decidieron abrir los archivos del servicio secreto e investigarlos, y elogió en retrospectiva esa decisión, pero admitió también que se cometieron algunos errores con respecto a otros temas ya que estaban aprendiendo mientras trabajaban.

La unidad alemana, como decía en el preámbulo del contrato, se vería culminada con el aporte a la unificación europea y del armado de un orden pacífico europeo, en el que ya no existieran fronteras que separen y que todos los pueblos europeos pudieran coexistir en confianza. En otras palabras, "la unificación alemana y el proceso de integración europea fueron y son dos caras de una misma moneda

"En Bonn y en Berlín oriental se tomó consciencia de que la unificación era una tarea primordial que alcanzaba más allá que abarcaba mucho más que los problemas internos del Estado –afirmó Thierse- la unificación requería la inclusión en el proceso de la integración europea". Comentó que el contrato entre la RFA y la RDA incluyó esta perspectiva. La unidad alemana, como decía en el preámbulo del contrato, se vería culminada con el aporte a la unificación europea y del armado de un orden pacífico europeo, en el que ya no existieran fronteras que separen y que todos los pueblos europeos pudieran coexistir en confianza. En otras palabras, "la unificación alemana y el proceso de integración europea fueron y son dos caras de una misma moneda".

Admitió luego que hoy ven algunas cosas con menos ilusión que en aquel momento. Contra lo que imaginaban, tuvieron que asumir que la idea de igualdad y estándar de vida equilibrado, según está escrito en la constitución, entre oriente y occidente, necesitó de mucha más fuerza, resistencia y tiempo de lo que deseaban.

Después de 1990 los alemanes orientales experimentaron durante años el dramático cambio, el proceso de transformación económica, el colapso del mercado para productos de Alemania oriental, el problemático accionar de la Treuhandanstalt (institución encargada de la privatización de la economía de Alemania oriental), el cierre de miles de empresas y la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo. Todo eso generó en muchos hombres profundas inseguridades y miedos. Luego del auge llegó una fase de estancamiento que frenó el inicialmente acelerado crecimiento de Alemania oriental, y su desarrollo estaba a punto de caer. Este obstáculo fue sorteado gracias a que pudieron adecuar las estrategias de incentivo políticas y político-económicas y en los últimos años se puede señalar un continuo -aunque notoriamente lento- crecimiento de Alemania oriental.

Las cifras de la economía doméstica demuestran a las claras qué objetivos se alcanzaron desde 1989 y qué tareas aún han de llevarse a cabo. El PBI por persona estaba en 1991 en las provincias orientales (sin contar a Berlín) era un tercio del nivel de Alemania occidental. Hasta 2009 esta cifra subió a un 73%. Algo similar ocurrió con la productividad. Antes de la unificación estaba en un 25% del nivel de Alemania occidental y en 2009 ha alcanzado aproximadamente el 75%. Ambas cifras denotan el proceso de equiparación. Aun hay notables diferencias, pero estas cifras demuestran que, gracias al esfuerzo de toda Alemania, se ha conseguido mucho en los últimos 20 años. Existen éxitos extraordinarios, y eso se puede ver en el saneamiento de las arruinadas ciudades de Alemania oriental, en la modernización de la red de comunicación y de la infraestructura de transporte, en el sistema de salud y de los inmensos riesgos ecológicos que existían.

Thierse invitó a los presentes a visitar las ciudades de Alemania oriental para ver el proceso de cambio y destacó también los cambios en el ámbito cultural; cómo las grandes iglesias, los museos y la arquitectura histórica de ciudades enteras fue salvada y restaurada.

"Alemania oriental posee ahora centros y polos industriales de distintos rubros, sobre todo en energía y tecnología ambiental, y tecnologías de la información y comunicación, nuevos materiales de biotecnología, de investigación de las salud y técnica médica, y el sector de energías renovables se convirtió en un motor de ocupación". Aseguró que en la industria de energía solar se investiga y se produce en Alemania oriental a la par de todo el país y que cada sexta celda solar a nivel mundial proviene de esa región, lo que la convierte en un referente mundial.

Admitió, sin embargo, que por cada desarrollo positivo en los últimos 20 años, también surgieron grandes desafíos. Las consecuencias de larga duración de la desocupación, la amenaza de pobreza entre los mayores, la emigración de personas de Alemania oriental y una población con un promedio de edad mayor que en el lado occidental, son algunos de los problemas que los ocupan y a los que deben encontrar soluciones. Un tema urticante para el sentimiento de igualdad de los alemanes orientales son los sueldos, que en el lado oriental todavía son más bajos. Si bien se ha logrado cierto emparejamiento, aún no es suficiente. Los trabajadores orientales reciben aproximadamente un 80% del salario promedio de los occidentales. En 1990 era aproximadamente un 50%. Sólo allí donde hay sueldos por convenio se ha alcanzado un 90% del nivel occidental.

De acuerdo a Thierse, el mayor desafío sigue siendo la desocupación. En 3 años de mejora coyuntural antes de la última crisis internacional (es decir, de 2005 a 2008) la desocupación en Alemania oriental se redujo prácticamente a la mitad. De más del 20% en 2005, a 11,5% en agosto de 2010. No obstante, la tasa de desocupación del lado oriental duplica a la del occidental, que en agosto de este año fue del 6,6%. El tema de la inclusión laboral y de las chances de la inclusión social sigue siendo fundamental, no sólo en el aspecto económico, sino también en el mental y cultural del proceso de unificación.

La unificación alemana fue desde el comienzo, explicó Thierse, una tarea de todo el país y subrayó que los éxitos alcanzados en el proceso de unificación en la reconstrucción de Alemania oriental sólo fueron posibles gracias a la solidaridad de Alemania occidental. "Sin los medios de los distintos partícipes como el Länderfinanzausgleich y el Solidarpakt, lo que se ha alcanzado hasta hoy sería impensado", aseguró, y agregó que "dado que las provincias orientales aun no se valen por sí mismas, las provincias y el Estado han decidido la continuidad del Solidarpakt hasta 2019, porque recién después de 30 años de la revolución pacífica -según nuestro pronóstico- van a estar superadas las principales consecuencias de la división alemana".

Comentó también que los alemanes han comprendido que la unificación del país no sólo es un proceso económico y financiero, sino que sólo tendrá éxito si es vista como un proceso cultural. Que tiene que ver con la unificación de distintos recuerdos y formaciones como consecuencia de 40 años separados, con la valoración de distintas biografías y el cambio de mentalidades.

Ante la pregunta sobre la relación entre oriente y occidente en Alemania, argumentó que surge también la cuestión sobre la identidad unificada de los alemanes, sobre su consciencia sobre sí mismos, su relación con la difícil historia del país, sobre continuidad y un nuevo comienzo histórico y sobre su entendimiento sobre Europa. Dijo que el tema de la identidad alemana fue tomado muy en serio en el Parlamento y lo ilustró con una anécdota: "Tras un largo, serio y emocional debate, el Parlamento alemán resolvió en 1999, en su última sesión en Bonn antes de la mudanza a Berlín, la construcción de un monumento en memoria de los judíos asesinados en Europa. Este fue el primer proyecto unificado dedicado a la memoria y el reconocimiento de que Alemania unificada se hace cargo de su historia. Recordando el mayor delito de su historia en el centro de su capital. Que no fue la ciudad en la que se llevó a cabo el asesinato en masa, pero es desde donde se pensó, planeó, organizó y ordenó la muerte de millones. El monumento es un impresionante campo de bloques con un inteligentemente pensado centro de información, que fue inaugurado en mayo de 2005 y es hoy un sitio significativo de nuestra memoria cultural. Yo fui responsable de ese monumento como Presidente del Parlamento. Por eso digo que va más allá de las fronteras, entre información cognitiva y conocimiento histórico por un lado, y en empatía con las víctimas y tristeza por los muertos por el otro. Ambas cosas están unidas. Quienes vivimos ahora y las generaciones venideras debemos reconstruir con el pensamiento y el corazón una y otra vez este hecho. Ese es el sentido de este monumento".

Thierse afirmó que el tema de la aclaración histórica, la apropiación de la historia y la comunicación a futuras generaciones se volvió muy importante para él, por lo que dijo que visitaría en Buenos Aires el Museo de la Memoria que recuerda a las víctimas de la dictadura militar. "En Alemania y en Argentina necesitamos lugares para la memoria que contribuyan a un entendimiento político y que mantengan despierta la consciencia del costo que tiene atentar contra la democracia", sentenció.

Finalmente, el Vicepresidente del Parlamento alemán calificó a la unificación como "un afortunado acontecimiento histórico", ya que después de dos dictaduras viven nuevamente unidos en un país libre, en un continente unido y pacífico, rodeados de países a los que consideran amigos. Dijo que pueden mirar al pasado y a todo lo alcanzado con consciencia y agradecimiento y que después de la gran euforia de 1989, son ahora una democracia europea normal y lidian con problemas diarios.

Consultado sobre su experiencia sobre la caída del Muro de Berlín, Thierse rememoró el 9 de noviembre de 1989 y su incredulidad en el momento. Se refirió a la conferencia de prensa en la que un alto funcionario comunista dijo que había posibilidades de cruzar las fronteras a partir de ese mismo momento. "Cuando escuché eso miré a mi mujer y le pregunté qué quería decir con eso porque no lo entendía ni lo creía, y cuando a la noche llegaban por la televisión imágenes de la frontera, no lejos de donde yo estaba, tampoco lo podía creer", relató. Continuó describiendo sus primeros instantes en Berlín occidental, donde fueron abrazados por personas "locas de alegría" que les daban vino espumante y que había un ambiente único. "Era toda una ciudad y todo un país con una alegría desenfrenada porque nadie creía en ello hasta segundos antes. Así fue la historia y ese fue el momento del milagro. Hubo una historia previa que he intentando describir con todos aquellos a los que los alemanes orientales les agradecemos, pero ese fue el momento del milagro", concluyó.

En respuesta a otra consulta, el Vicepresidente del Parlamento alemán se refirió también a la relación de Alemania con otros países al momento de la reunificación y, especialmente a la que tuvieron y tienen con los Estados Unidos. Confesó que supieron tras la caída del Muro de Berlín que la ex premier británica, Margaret Tatcher, estuvo contra la unificación hasta el final. Que Francois Mitterand dudó si Alemania no se iba a hacer demasiado grande para Europa y que quería estar seguro que el país iba a estar fuertemente unido a Europa, y que George Busch padre vio rápido que los alemanes tenían derecho de unificarse y que buscó cómo ayudar en el proceso junto con la Unión Soviética y Gorbachov, y no en su contra. Resaltó una vez más que Gorbachov estuvo sorpresivamente de acuerdo y que los 300.000 soldados de la armada roja que rodeaban las principales ciudades de Alemania oriental no intervinieron y calificó como "la primera parte del milagro" que el 9 de octubre de 1989, en la hasta ese entonces mayor manifestación, con 70.000 personas en las calles de Leipzig, no se tirara ningún tiro.

Aseguró que la simpatía de los alemanes hacia los estadounidenses es muy grande y que tiene que ver con lo experimentado tras 1945 pero incluye la crítica a ciertas decisiones políticas. Comentó que él, como la mayoría de la población alemana, dijo que no a la guerra de Irak porque la considera un error. "Eso también debe ser posible entre amigos, que no todas las decisiones políticas sean celebradas sino que también haya diferencias".

Refiriéndose a los temas importantes en el futuro de Alemania, Thierse aclaró que el proceso de reunificación todavía no terminó. "Aún necesitamos para los próximos 8 o 9 años mucha fuerza financiera para que las provincias y comunas orientales se valgan por sí mismas. Creo que seremos exitosos cuando la diferencia promedio entre las provincias orientales y occidentales sea equivalente a la diferencia entre Schleswig Holstein y Hamburgo o Niedersachsen y Baden Württemberg", estableció.

Como segunda tarea se refirió a la continuidad de la unificación, el progreso y la competitividad de la Unión Europea. "Creo que el continente Europeo se diferencia hasta ahora de otros continentes porque mantiene tres cosas. La organización del avance económico para el bienestar de las personas, la preservación de la libertad individual de las personas y una política de igualdad social; es decir, la mayor conquista, el estado social. Que la riqueza sea distribuida de manera justa. Defender esto con el cambio de condiciones, hacer que esto tenga sustentabilidad y futuro, frente a otros modelos en el mundo. Por ejemplo, se puede bajo la dictadura de un partido comunista, generar un gran avance económico, como sucede en China. Europa se diferencia de eso. Se puede tener un avance económico conservando la democracia y la libertad pero generando como precio contrastes sociales dramáticos. Que Alemania aporte a este modelo tiene sentido", explicó.

Alemania es una potencia media que, sólo en cooperación con otros países, puede hacer algo por la paz mundial; eso une a Argentina y Alemania que, más allá de las diferencias históricas y económicas, tienen una responsabilidad en el mundo que es similar. Alemania finalmente aprendió esa lección. Nunca más un camino individual sino siempre en conjunto con otros países. Sólo así se puede hacer política de manera responsable

Agregó como tema importante también la consciencia de que Alemania no es una súper potencia. Aclaró que ser miembros no permanentes del Consejo de Seguridad no los convierte en una potencia mundial. "Alemania es una potencia media que, sólo en cooperación con otros países, puede hacer algo por la paz mundial; eso une a Argentina y Alemania que, más allá de las diferencias históricas y económicas, tienen una responsabilidad en el mundo que es similar. Alemania finalmente aprendió esa lección. Nunca más un camino individual sino siempre en conjunto con otros países. Sólo así se puede hacer política de manera responsable".

Finalmente Thierse se refirió a la figura de Gorbachov y su rol en la unificación alemana. Comentó que una de una de sus frases más conocidas, "al que llega tarde lo castiga la vida", nunca fue dicha por el líder soviético en la celebración de los 40 años de la RDA. "Se expresó típicamente en ruso soviético, de manera complicada –rememoró el Vicepresidente del Parlamento alemán- de modo que sólo si se traducía de manera genial al alemán lo que dijo en tres o cuatro oraciones se hubiese llegado a una frase tan genial".

Recordó también que ese día se vivía una atmósfera fantasmal en Berlín oriental. De un lado el 40 aniversario de la RDA, la SED y otros partidos celebraban en el Palacio de la República, con los invitados del Estado estaban y Gorbachov a la cabeza, y en la calle estaban los manifestantes que proclamaban: "Gorbi salí". Llamaban a Gorbachov porque les parecía un "patrono protector". Luego se enteraron que el líder soviético sabía lo que pasaba afuera y, en una mezcla de nervios y aburrimiento, abandonó prematuramente las celebraciones y viajó fuera del país. "Nadie, ni siquiera Helmut Kohl podía saber que tan rápido, en la primera mitad de 1990, Gorbachov se iba a decidir no sólo por la unificación alemana sino también por algo casi tan sensacional, que era la permanencia de Alemania como miembro de la OTAN. Hasta que eso sucedió no lo podía creer. Que reconociera que la unidad alemana era inevitable. Y en eso momento las tropas soviéticas aún no habían abandonado el país. Todo lo que jugó un papel en ese momento, y me permito una tesis algo atrevida. Imagínese que Gorbachov hubiese sido exitoso con su política Perestroika, es decir, con la política de reforma del sistema soviético. Política y económica. ¿Hubiese tenido entonces un motivo para liberar Alemania oriental? Creo que no. Entonces, la paradoja que planteo junto con mi tesis atrevida es que el fracaso de la Perestroika de Gorbachov fue uno de los requisitos para la unificación alemana. El intento de la Perestroika cambió muchas cosas pero de haber sido exitoso… En mi fantasía creo que hubiesen dicho que Polonia y todo quedaba para ellos. Pero estaba en el momento del fracaso, por lo que podía usar millones y billones de la RFA. La unificación alemana fue también, y eso se puede decir ya que no es nada malo, pagada por Alemania occidental. En 1990 y hasta ahora. Gracias a díos la RFA es un país fuerte económicamente y, entre tanto, los alemanes occidentales también contribuyen a que sea un país fuerte", concluyó Thierse.

Wolfgang ThierseNació en 1943 en Wroclaw. Realizó estudios en ciencias de la cultura y lengua alemana en la Universidad Humboldt en Berlín, donde luego trabajó como asistente de investigación en el Departamento de Teoría Cultural. Entre 1975 y 1976 fue empleado por el Ministerio de Asuntos Culturales de la República Democrática Alemana, y hasta 1990 se desempeñó como asistente de investigación en el Instituto Central de Historia de la Literatura en la Academia de Ciencias de la RDA. En enero de 1990 se une al Partido Social Demócrata (SPD) de la RDA, del cual es presidente hasta septiembre de ese año. Se convierte en miembro de la Cámara del Pueblo en 1990, presidiendo el grupo parlamentario del SPD/RDA. Desde 1990 hasta 2005 fue vicepresidente del Partido Social Demócrata de la República Federal de Alemania. Es miembro del Parlamento Alemán (Bundestag) desde el 3 de octubre de 1990, y entre 1990 y 1998 es vicepresidente del bloque del SPD. Desde 1998 hasta 2005 preside el Bundestag Alemán y se convierte en Vicepresidente en octubre 2005