En ocasión de ser electo, en 1936, Presidente del XVII Período de Sesiones de la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, Carlos Saavedra Lamas expresó: “La obra de nuestra civilización únicamente podrá coordinarse sobre las bases de la justicia y del derecho, pagando así tributo a la libertad y a la dignidad humana”. La mención de estos cuatro conceptos –justicia, derecho, libertad y dignidad humana– reflejan, en una síntesis feliz, las aspiraciones de toda una generación americana que, antes de la Segunda Guerra Mundial, creía en la existencia de profundas reservas morales en nuestro continente, que podían ser ofrecidas en beneficio de la solución de problemas de envergadura mundial. Saavedra Lamas fue un ejemplo de esa generación ilustrada, la primera que en América empezó a participar en una vida internacional de cooperación e interdependencia en el orden regional y universal; recordemos que la primera reunión interamericana tuvo lugar en 1890 y que, recién en 1908, los Estados latinoamericanos, en número apreciable, participaron en una asamblea de vocación universal, la Segunda Conferencia de La Haya.