Los Diplomáticos
Nº 20. Tomás Guido
Julio, 2003

Antes de detenerme en la personalidad de Tomás Guido, permítaseme formular algunas reflexiones que la indagación del pasado nos puede suscitar. Vivimos, es bien claro, una época de desasosiego y desaliento. Existe la impresión de que las ambiciones personales, la concupiscencia del poder y de los bienes materiales y las rencillas inferiores enervan las potencialidades de una sociedad libre, que a pesar de todo, proclama, por lo menos exteriormente, ideales elevados. Nos angustia la sensación de que las disensiones internas y el poder de los factores externos son más fuertes que nuestra voluntad de seguir aquellos ideales.