Desde la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la relación de Rusia y Estados Unidos nunca pudo ser lineal sino, en gran magnitud, oscilante. Las décadas de competencia nuclear e ideológica no fueron en vano y constituyeron algo así como una dependencia de la trayectoria incluyendo los pocos e intensos buenos momentos del vínculo. Aquí intentaremos, por un lado, brindar una explicación no tradicional de los condicionantes de dicha relación especial, analizarla bajo parámetros no tradicionales que se alejan de los usuales (como los enfoques realistas) que suelen hacer hincapié en los "intereses" o las "capacidades" así como proyectar alguna luz sobre un futuro cercano, considerando las elecciones presidenciales norteamericanas y las rusas, vinculadas con la continuidad o no, de Putin en el poder.