El artículo analiza la trayectoria de la política exterior de la República de Turquía en el conflicto sirio además de sus implicancias en su relación con Rusia desde la perspectiva del realismo geoestratégico. El argumento central sostiene que Ankara se encuentra en una encerrona estratégica de difícil resolución frente al fortalecimiento ruso en el espacio euroasiático y las dificultosas relaciones con Occidente. Durante la última ofensiva siria en Idlib comenzada el 19 diciembre de 2019 hasta la firma del cese al fuego entre Putin y Erdoğan el jueves 5 de marzo, Ankara y Damasco se enfrentaron en una guerra convencional no declarada, que se sumó a la persistencia de la guerra civil, involucramiento de potencias extra-regionales como la Federación Rusa y el despliegue de milicias proxys de la República Islámica de Irán. Luego del incidente del 27 de febrero en el cual fue atacado un convoy de infantería mecanizada turco, una vez más Turquía se encontró al borde de una confrontación convencional con Moscú, al mismo tiempo que sus desavenencias con sus "socios" occidentales persisten por la cuestión de los refugiados y la falta de soporte a sus intereses en el conflicto sirio.